Clavícula
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Del latín clavis: llave. Pero en diminutivo: llave pequeña, llavecita.
De clavis también viene, más obviamente, nuestra clave, el santo y seña que damos para que nos dejen pasar, para franquear el paso. En el fondo, se trata de lo mismo.
Solo que una llave es un objeto y una clave es una contraseña, algo que se enuncia. No puedo decir una llave; puedo sostenerla, usarla para abrir la puerta de una casa, de mi casa, y refugiarme allí. La llave me permite encontrar abrigo.
Un hueso no puede ser una clave. Pero sí puede, en cambio, ser una llave.
Observando las clavículas, se impone la pregunta: ¿qué abren?
Las clavículas conectan al omóplato con el esternón. Sin ellas, no tendríamos hombros. Su forma describe una curva limpia. Su forma nítida seguramente hizo pensar a los antiguos: debe haber un cerrojo para esto. Un lugar donde encaje. Una puerta que todavía no hemos descubierto. Se nos ha dado la llave; ahora debemos descubrir qué abre.
Aunque también podría pensarse lo contrario. Es lícito imaginar una versión del libro del Génesis en la que Dios coloque en Adán estas dos llaves arqueadas, que parecieran simular ondas, no para que abra algo con ellas, sino para cerrarle el cuerpo, para sellarlo. Las clavículas estarían entonces en su sitio, desde siempre. El cuerpo sería el cerrojo.
Hay una tercera posibilidad, por supuesto. Que las clavículas —o mejor: que todos los huesos— sean llaves, sí, pero llaves sin puerta.
Adalber Salas Hernández
Adalber Salas Hernández (Caracas, Venezuela, 1987). Entre otros, autor de los libros Salvoconducto (XXXVI Premio de Poesía Arcipreste de Hita; Pre-Textos, 2015; traducido al alemán por Geraldine Gutiérrez-Wienken y Marcus Roloff como Aus dem Kopf durch die Nacht y publicado por parasitenpresse en 2021), La ciencia de las despedidas (Pre-Textos, 2018; traducido al inglés por Robin Myers como The Science of Departures y publicado por Kenning Editions en 2021), [a love supreme] (Letra Muerta, 2018) y Nuevas cartas náuticas (Pre-Textos, 2022), así como los volúmenes de prosa Clarice Lispector: el lugar de la poesía (Ril Editores, 2019), Palabras sin dueño. Variaciones sobre la traducción literaria (Dirección de Literatura UNAM / Periódico de Poesía, 2019) y 23 shots (Dcir Ediciones, 2020). Entre otras, ha publicado traducciones de Marguerite Duras, Antonin Artaud, Charles Wright, Mário de Andrade, Hart Crane, Pascal Quignard, Mark Strand, Lorna Goodison, Louise Glück, Yusef Komunyakaa, Anne Boyer, Roger Robinson (con Elisa Díaz Castelo), Nicholas Laughlin, Shara McCallum, Jamaica Kincaid, Frankétienne y Patrick Chamoiseau. Su trabajo poético ha sido reunido en las antologías Ai margini di un mondo sconosciuto (Edizioni Fili d'Aquilone, 2018; traducción de Alessio Brandolini) y De ningún viaje se vuelve (Mantis Editores, 2019).