Incisivo superior izquierdo


Empecemos con una escena. Un niño de siete años mira con temor el pomo de una puerta.

Atado al pomo de esa puerta hay un hilo.

El otro extremo de ese hilo está atado a un diente del niño. No cualquier diente; su incisivo superior izquierdo.

Los incisivos del niño son demasiado grandes para su edad. A decir de sus compañeros de escuela, son inmensos. Se burlan de él, lo llaman conejo. Dientes de conejo. Mírale los dientes de conejo, se le salen, la boca no le cierra. Lo empujan, se ríen, muestran sus dientes simples, de tamaño normal, sus dientes blandos. No señalan, pero durante años, por el resto de su vida, el niño recordará que sí, que estiraban el dedo índice y lo señalaban.

Creerá recordar sus uñas. Uñas de chicos que estudian en segundo grado. Uñas en el extremo de las manos, sonrosadas, apuntando. Uñas como colmillos robados a algún animal indefenso. Pero no un conejo, claro.

Entonces está el niño frente a la puerta, mirándola, con el hilo amarrado a su incisivo superior izquierdo. Es importante tener esto en cuenta. Importante porque el niño es zurdo. Sospecha que, si le arrancan el diente, justo ese diente, perderá también algo del brazo. Su fuerza. su habilidad. Ya no podrá dibujar, ya no podrá escribir. Se burlarán aún más de él.

La puerta es marrón. El pomo es redondo, de un bronce ajado. En este momento de su vida, el niño está seguro de que casi todas las puertas del mundo son como esta, marrones y con picaporte descascarado, como la piel de los viejos.

El hilo es de un verde claro. Su madre hizo un pequeño lazo en uno de sus extremos, más o menos suelto, y lo ajustó luego de rodear al diente con él. El otro lado ya se aferraba a la puerta. Al niño le parece un hilo largo de saliva, una baba milagrosamente sólida, peligrosa.

Voy a contar hasta tres,

le dijo su madre,

cuando llegue hasta tres, vas a correr. Y yo voy a cerrar la puerta. Ya vas a ver, ni lo vas a sentir.

El niño asintió.

¿Listo?

Una. Dos. Tres.

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Adalber Salas Hernández

Adalber Salas Hernández (Caracas, Venezuela, 1987). Entre otros, autor de los libros Salvoconducto (XXXVI Premio de Poesía Arcipreste de Hita; Pre-Textos, 2015; traducido al alemán por Geraldine Gutiérrez-Wienken y Marcus Roloff como Aus dem Kopf durch die Nacht y publicado por parasitenpresse en 2021), La ciencia de las despedidas (Pre-Textos, 2018; traducido al inglés por Robin Myers como The Science of Departures y publicado por Kenning Editions en 2021), [a love supreme] (Letra Muerta, 2018) y Nuevas cartas náuticas (Pre-Textos, 2022), así como los volúmenes de prosa Clarice Lispector: el lugar de la poesía (Ril Editores, 2019), Palabras sin dueño. Variaciones sobre la traducción literaria (Dirección de Literatura UNAM / Periódico de Poesía, 2019) y 23 shots (Dcir Ediciones, 2020). Entre otras, ha publicado traducciones de Marguerite Duras, Antonin Artaud, Charles Wright, Mário de Andrade, Hart Crane, Pascal Quignard, Mark Strand, Lorna Goodison, Louise Glück, Yusef Komunyakaa, Anne Boyer, Roger Robinson (con Elisa Díaz Castelo), Nicholas Laughlin, Shara McCallum, Jamaica Kincaid, Frankétienne y Patrick Chamoiseau. Su trabajo poético ha sido reunido en las antologías Ai margini di un mondo sconosciuto (Edizioni Fili d'Aquilone, 2018; traducción de Alessio Brandolini) y De ningún viaje se vuelve (Mantis Editores, 2019).