Manos
Todo pasa por las manos antes de alojarse en el recuerdo
Ana Jarque
Por favor, las manos
que las bendiga con la lengua un perro
que quiero tocar otro cuerpo, levantar
una copa y besar al niño.
Que vengan los animales salvajes
con su oscuridad benévola
a morder los dedos, a lamer la sangre
que de tanto llanto es casi transparente.
Están muy fatigosas y muy hartas
de manosear la culpa
con la constancia de un anciano
que ve pasar el día, sin beso y sin carta.
Pero y si soy
de esa larga ristra de hombres con las manos sucias.
Cuando escuché el corazón no advertí
que acaso el corazón es más injusto
más propenso al peso de los hechos.
Y hoy cualquier levedad la cambiaría
por mi cuerpo, por esta servidumbre
de mala hierba, por esta casa sin techo
expuesta al frío de la mañana sola
a la intemperie de la zarza.
¿Qué golpe de azada
la sacaba de mi huerto? Tu mano
hurgaba mi tristeza y la limpiaba.