Muerte del autor
Duerme la casa que nada sabe
de poesía. Duerme
la casa con su disfraz de casa.
La casa
del fin al fin cerrada a cal y canto.
Este suelo de sombras será pronto
urbanizable y útil. Como lo es
cada apuesta perdida de antemano.
Como lo es
el tiempo si tasara
los relojes (siempre fueron prestados
los relojes con su gran mecánica celeste).
Ni una palabra al silencio. Ni una sola letra
de pago más.
Toda escritura cabal nació (y nacerá)
de un testamento. Heredaré la muerte
de la casa. La casa de la muerte.