Tres poemas - María de la Cruz
Jocelyn Morales
La lentitud es belleza
BLANCA VARELA
Y la belleza pasó rápida
ERNESTO CARDENAL
I
hoy he mirado al cielo. he decidido
romper la jerarquía, levantar la cabeza,
saberme estrepitosamente frágil.
todo se ha mantenido en su lugar:
mis caderas anchísimas, su sombra sobre el trigo
y esa lejana cúpula del mundo.
a la vez, sé que nada ha regresado todavía.
antes de que te marches de tu casa,
justo antes del desastre,
te diré que un vencejo me ha rasgado
una última vez la pupila derecha,
y que una nube se ha enredado
en mis pestañas, ya sabes,
y que el cielo pesa tanto cuando lo miro sola.
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II
decir azul. no pensar en el cielo.
desconozco el primer color de la palabra.
el que le fue otorgado a cada letra,
a cada última luz aún pronunciable.
pienso en esa sábana de azules sin sinónimos.
hace tiempo que los nombres se desgastan
en mis manos, pero incluso en el abismo
me parecen familiares los símbolos de entonces.
aunque ya nunca encuentro esa premura cruel
de las noches de verano, el sol
de mediodía, el agua, los arroyos,
esas grandes metáforas
roídas hasta el centro,
las siento entre las palabras comunes.
en silencio las intuyo algunas tardes.
aquí nadie se atreve a decirlo en voz alta:
después de los finales algo brilla.
los cascotes resuenan si te atreves.
después de todo están las ruinas de otras ruinas,
un último lenguaje,
el eco,
el estallido.
quizás sea la belleza.
III
pensé en lo que quedaba de tu casa:
una puerta entornada, cuatro vigas inútiles,
algunas ramas secas,
muros viejos.
me senté en la acera por instinto.
el sol se había puesto, aunque el asfalto ardía.
las piedras me ensanchaban las palmas de las manos,
limpiaban mi memoria. solo por un instante
volví a recordar la vida por la vida,
el milagro, lo real que acontecía para siempre.
igualmente sentado en lo que fue tu calle
un grillo incandescente me observaba.
toda su oscuridad brillaba ante mis ojos.
muy poco le importaron
mis recuerdos de humana vulnerable.
no supe qué decirle. tan solo le rogué
que el diluvio pasara,
que el dolor amainase:
¿qué harás, pequeño grillo?
dime, ¿qué vas a hacer con la belleza?