XII
no me hiere un pájaro
un rasguño no me hiere
sí
una mirada
sí
una palabra hostil
la primavera con su olor a pronta angustia
el verano
jóven radiante como lo era yo y no lo sabía
ahora es tarde.
Me hieren el tiempo y la distancia
no los árboles
no un rasguño
tampoco el silencio del instante
la ciudad
sí
la ciudad lejana
como el sueño de París
una calle y un acontecer de luces anaranjadas
el estrepitoso ruido de la euforia
me hieren
la rabia y la sed de renombre
el eco de una fama siquiera momentánea devolviéndome
Jésica
Jésica
Jésica