Lautaro
Aprendimos nuestros cuerpos juntos
descubrí tu espalda y tus brazos,
vos me señalaste un lunar que nunca he visto,
estuvimos entre hombres,
desarmados, en ese mundo tuyo de asma y toldillo,
que nos protegió de todo menos del viento
y de estar vivos, uno al lado del otro,
jugando, queriéndonos
sin un lenguaje establecido, sintiendo
nuestros penes a veces erectos
en los estómagos y en los muslos.
Nos cuidamos, como soldados,
en el barrio. Convivimos con las alarmas
en los oídos. Vimos el primer muerto juntos.
Los otros me los describías o yo te los contaba.
Todos miraban hacia un mismo lugar.