Don’t break me down
Todo aquello que aprendí en silencio:
El aullido de los perros como lenguaje
El sonido de la tierra quebrándose bajo mis pies ante un cuerpo impávido
El eco de los grillos rebotando en una noche de verano
y el atisbo de la lluvia en la dirección del viento
Si cierro los ojos
todavía comprendo el idioma del arroyo fluyendo en mis pupilas
Todavía descifro los mensajes que roturan con sus alas los gorriones
e imagino lo ridícula que se verá la Tierra dormida desde las alturas
Todavía lo escucho
Si cierro los ojos escucho al miedo bombeando en mi garganta
Intuyo el impacto del oxígeno liberándose en mi cuerpo
y hasta percibo el movimiento reptiliano de la electricidad despegando por mis brazos
En mi pecho se amontonaba demasiado ruido
En mis tripas, demasiadas alimañas lanzando bramidos de huida
Encima de mi cabeza, el cielo inmenso
gritándome que lo agarrase cada tarde al apagarse la hierba
Se quedó a vivir en el paladar, en los tragos de vino rojo
en los labiales color carmín y en la combustión de mi pelo
El color de una herida. El sonido de una herida
El óxido entre los dientes y los dedos
El silencio. Siempre el sabor del silencio