Elegía mayor a mi gata Puna
Cuando tú saltaste
el aire no había alcanzado aún la plenitud de su cualidad,
era plano,
y los temblores y las sacudidas
que dejó tu pequeño cuerpo al estrellarse,
aún convergen.
La rigidez de tu cicatriz,
rosada,
como si las heridas cobrasen una nueva juventud con la muerte.
Saltaste
de arriba a abajo,
en una trayectoria vertical,
fue físico.
Pero tu cuerpo,
en la oscuridad en la que habías aprendido a moverte,
supo inventar nuevos recorridos
que aún hoy, lejos de mí,
sigues recorriendo…