Poesía de Valeria Navarro
En algún lugar de la mancha (quirúrgica)
Habla mamá:
dentro mío dos infancias.
Algo tan traumático como herir el vientre
para poder salir.
Nos pasó por encima un carro de enseres,
yo creía en Dios,
me dolía la costilla.
Se trata de un solo planeta habitable
en este caldo de especias primitivas.
En la disparidad que nos enfunda,
se trata de acomodarse
para no romperse los huesos.
Nos pasó por debajo una pinza,
nos aconteció un sistema.
Lo recuerdo todo antes de ser sedada,
dice.
Caminábamos con la fuente rota,
suerte de media luna
que andaba ovulando
cuando tensé la mandíbula,
y dejé caer conmigo el primer quejido.
El cielo era la fotografía de un parto.
Yo nacía.
En el fondo de una boca amarga
encontramos agua.
Yo sentía el océano desmembrarse de mí,
abrirse curva por debajo de mí.
En mi útero un emporio de conjunciones arrítmicas.
Natalidad: hubo.
Existimos
en la brevedad de una contracción.
Después sobrevino el ritual,
las dos perdimos un hijo ese día.
No miramos hasta haber
dejado seco el alvéolo, recuerdo
que abrimos los ojos
una vez completada la ruta.
Se trata de deshilachar
hasta el último pedazo amenazador
de tierra fértil.
Empanada con jugo en la 9 de octubre
I – Génesis
el primer hijo de la humana
todavía colgaba de su antebrazo
cuando dijiste no tener nada que ver
con la rotación de la tierra
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