Seis poemas - Henry Alexander Gómez
Lemmy Kilmister
En mi viejo sillón, plantado sobre la superficie de Marte, jugué al azar las cuatro cartas que alimentan el niño vestido de negro que reza adentro de mi música.
Cada una de las palabras coronadas por el tiempo las entrego a este mazo de naipes.
Apuesto el vértigo y la borrasca, la sospecha y el perpetuo presente. He fundado una ciudad de picas roídas por la multitud del ruido, la he cubierto con una fina lluvia de párpados cerrados.
Me basta solo un poco de suerte para dar inicio al pasodoble de la voz; bien conozco la estrella que rodea mi corazón: es más extraña que la muerte.
Eddie Van Halen
El tiempo para los animales pequeños corre mucho más lento. Igual para las teclas del piano, astillas domésticas que naufragan en el aire como las páginas de un libro antiguo arrancadas por el viento.
Pero cada pedazo de tiempo le da un espacio justo al universo. Una habitación secreta para allanarla a voluntad, siempre a un volumen distinto.
Dejemos que la música refleje el paso discontinuo de las horas.
Keith Emerson & Greg Lake
Entendimos que la extraña cartografía del silencio es un campo de batalla, una casa de barro para hundir las manos y moldearla a las formas de la luz.
Crucificamos el hambre, mordimos de una manzana negra para asaltar toda la música —como abrir una noche sobre la superficie del sol—.
Nada queda por hacer, salvo resucitar una y otra vez el río secreto donde se ahogan todas las tabernas.
Sarah Vaughan
La música va adquiriendo su voz y su forma, le da un ligero movimiento a la lápida que se marchita frente al lirio blanco. Miro mis manos —ahora descansan sobre vientos solares— y me pregunto: ¿qué haremos cuando ya no exista polvo suficiente para cubrir todas esas viejas cosas?
Neil Peart
Duplico al viento cuando escribo una canción o una partitura; tardé años en comprender que la música finge que es música.
El aire no tiene medida ni forma, solo se mueve al compás de la risa.
Elkin Ramírez
Sé que duermo sobre el tapiz donde está escrita la caída de las cicatrices: exploré la arqueología que dibuja la danza del sol sobre la tierra.
No puedo habitar otra isla. Somos árboles nacidos en el Sur, llevamos una piel de cobre para romper en un instante la lluvia.
Duermo ahora para nombrar y asesinar el estruendo, para ungir la frente de los hombres con la corona musical en donde arden todos los caminos.
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