Alberto Hernández Granados - Poesía
cáida
el calor se tumba; la casa
un alacrán envuelto en sangre de grado, la hoguera de una voz
erosionada.
bajo esta mañana roncando con el estertor de la máquina que deshizo al primer asentamiento,
que tumbó de su tepozán al santito que me colgaron al nacer
bajo por un cable que a tientas engarrota
los nervios del niño que lo agarró de pasamanos
/el cuerpo de una fe quemado por sus veladoras
el galerón de los negros en punta
de un bozal que hace ruego en los huizaches
hay alguien correteado por los perros
agua de una alberca siempre seca
palma abierta a su dolor
chicoteo de la carne en el rastro
hay alguien corriendo por los hormigueros
tropezando por el camino real hace años entumecido
no dan dobles, ¿por qué?
bajo por la saliva de los perros dormidos en la niebla y el pirul,
bajo por las esteras de una calle
sin pavimento
con la coyuntura de las aguas negras
como una garganta
que mira bostezar a los niños cáidos de la cal en la pared
envejecidos por tijeras en forma de cruz
y plantas afiladas como un grito.
le tocamos a doña coco sin la carne de un durazno
éramos puro hueso, puro estafiate
revuelto a granel con mezcal pardo.
le tocamos pa decirle que había líneas de sangre en los cerros, pa contarle que calló y cayó sin un solo grito
pa decirle que saltó de piedra a piedra pa caer en otra.
mi amá hizo carrizos los dedos
mi vieja plantó una higuera pa decirle a su hijo que se había muerto
pa decir que en el jardín iba retoñar su luto
y mi abuela salió corriendo y se arrancó el suelo con el mecate del tendedero
y se quiso caer
y quiso que el cerro se cayera
y quiso que le tronaran las tripas aquellas máquinas
embrutecidas en moler su pueblo.
*
se dejó caer y no echó ni un grito
mi amá lo enterró encuerado que porque ya no le quedaba la ropa
dice que los cardos resecaron su voz
pa darle un cuerpo macizo que lo volvieron así de seco
como la tierra pa tallar trastes
dice que hizo mandas y arrastró los puños
pa que no le calara despellejar las tunas
pero que lo enterró encuerado pa ver si algo de él hablaba
en el mismo silencio
en el mismo achicopale de un pueblo que le saló
su talle de raíz de piedra nueva
dice mi amá que recorrió el camino pa arrastrar su llanto
pa hacer cayo del adoquín
y hacerse dura
y
silenciosa
dice mi amá que el real sigue intacto
que el cerro hace yunte
de la cal cal de los huesos
que no ha dejado de apisonar
sus piedras.
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presa de jales
te pregunté tu nombre
varios rasguños en las paredes
me preguntas mi nombre
una mina azotada por el desastre
una ruina
despellejada en calambres
de cobre y cantera…