Postal de interior
Ya las púas han cercado
toda idea de tu voz.
Las manecillas sucumben
al ritual, el frío afán
de esta rotación inmóvil
en la que las luces avanzan
y su fulgor se detiene
en las fronteras que tus dedos
trazan sobre la ventana del claustro,
trinchera desde la que vislumbras
el campo de batalla
mientras se gesta en tu garganta
el hábitat de una quemadura
que emuló el amanecer
que se abrió paso
y cercenó
gajo tras gajo
el primitivo sueño frutal
que nos nutre y nos sentencia
a caer
a caer y perdurar
en la caída
que devuelve las piezas rotas del paisaje
al sueño en el que tú me observas
y arrojas estas palabras como un salvavidas
al que me aferraré en la soledad.