Un poema de Hugo Martín Isabel
like one who on the earth never stepped
John Keats
«Cada vez que veo a un mendigo borracho, sucio, alucinado, apestoso, tumbado con su botella en la acera, pienso en el hombre del mañana ensayando su final y lográndolo perfectamente.»
esto es de Cioran.
Me acuerdo del librero que una vez,
al comprar un libro de Cioran,
me dijo que había leído una vez, en algún periódico,
o en algún ensayo, o que alguien le había dicho
que había leído una vez, en algún periódico
o en algún ensayo, que Cioran
nunca compraba libros.
Y me veo a mí, acumulando libros como si tuviera espacio,
abarrotando estanterías, paredes, mesas, suelo,
abarrotándome a mí, nutriendo sin sentido.
El librero también me dijo que Cioran había intentado suicidarse varias veces,
que nunca lo consiguió, que se lo llevó el Alzheimer.
Yo no sé si de verdad Cioran se abrió las venas,
si miró al vacío, si se tomó una caja de pastillas.
Tampoco me importa.
Puedo decir que yo sí.
Lo hice.
Me sostuve en ese lugar dónde se sostienen los hombres del futuro,
los que no tendrán trabajo o se morirán trabajando,
los que no tendrán casa,
los que no tendrán hijos porque no tienen casa,
los que no podrán respirar, beber, follar,
los que no ganarán nada porque no habrá nada que ganar,
los que pasarán por la tierra sin haber pasado,
los que no serán nada,
esos, que acumularán deseos como yo acumulo libros
y que no tendrán siquiera la voluntad de arrebatarse.
Esos que pertenecen a mi estirpe,
esos que recibieron promesas cada día,
esos que se esforzaron cuando todo era mentira.
Esos que esperarán a que les mate el Alzheimer,
o alcoholizados caerán, antes de que Cioran les escriba una cita.
Porque el hombre de mi estirpe ya está muerto
y no se ha dado cuenta.