Definitiva muerte de Hunahpú
Fue tan tierna la infancia de los niños…
los vi corretear por los campos abiertos,
sembrar la perezosa milpa
envueltos en el canto de las aves.
El sol se fue poniendo
cada vez más y para siempre
sobre las altas copas de los árboles.
La madurez traía
consigo un riesgo indefinido.
Tu muerte,
Hunahpú,
supone el fin
(¿acaso lo sabías?) de todos los deseos.
Ahora escojo la cuchilla exacta.
Recuerdo aquella madrugada
—y aquel tiempo de paz y travesuras ya vencido—
como si se tratara de esta noche
de espejos y verdad.
Tal y como nacimos cogidos de la mano,
cogidos de la mano vamos juntos
a hallarnos, hechos polvo,
en el fondo del río enamorado.