Tiempo de siembra
Nos hemos despertado
sobre esta tierra leprosa.
El olivar ha separado
sus aguas. Se ha abierto
en canal para nosotros.
La luz se cuela por la herida,
entra y se reviste
del color de las támaras.
Las mañanas se derriten
en fríos surcos de cera
sobre las hojas de los olivos
y aun así los huecos
de sus troncos gestan
sucesiones de vida.
El viento se desliza
por la bóveda de ramas.
Los olivos han separado
sus aguas y estamos
en mitad
caminando en el sonido
que avisa de nuestra llegada.
Cuando no tenía dónde
ir, vine y oyeron mis gritos,
todas las súplicas que lancé
al aire y que no tuvieron
más respuesta que el sosiego
del campo, la comprensión
contenida en el silencio,
la espera que acompaña.
Ahora los olivos
se han abierto ante nosotros.
Han removido su carne,
han ahondado en su herida
para que peguemos
nuestro amor a las raíces
y germinemos la tierra.