Tres poemas de Moriana Delgado
Tercera persona
Imagina cuando tuvimos
la intemperie y algo
de cardenal tenía sentarse
al borde de la tina
encarnada
de tanto jugar
mundos infinitivos—
(hecatombe) es estar real-
mente en alguna parte
infinito en varias ramas
mi comprimirlo todo
lo habido y por haber
como cálidas llamas
sur a la ciudad
algo de molusco
sin concha de cuerpo
comprimido y ocho
tentáculos algo
sin comprender
me llamarías sur—
sería como comprimirlo todo.
Cicadas
Pierdo contornos & algo saturna mis manos con ganas de comermelo todo. Lo sé porque es verano & en verano lo sé todo; en cada invierno invento una catástrofe con olor a humedad, mido el año en persianas, nunca anoté la forma de los techos, retumba en el piso mi agua-escenario, las cosas son cardinales, son cardenales.
No sé qué es lo que nos hace mudar de dientes, comerse lo blanco de los otros ojos, algo terráqueo— un pequeño aleteo atorado entre el mosquitero y el vidrio de la ventana. Desvisto mi yo y salgo a la calle. Él está vestido, y nos miramos. Soy ninguna parte del cuerpo que piscina los techos. Las cicadas maúllan: demasiado: lo que camina sobre dos pies y me mira enemigo.
Heliotropos
No sé qué sea lo que voz
crece pasiva dentro del voz-
que antigua como helio-
tropo de alguna novela,
(Las persianas te decepcionan
tanto como la pantalla de tu celular.
Yo quería que tus manos desventradas
urdieran hundirme. Me dijeran:
a las cinco de la tarde las sombras decrecen.)
Es decir, y decirse, no puedo solo trepidar
—la lluvia desarce: visiones
la forma de mis ojos: toda la tarde he cambiado.