Cinco poemas - Mónica Velázquez Guzmán
Poemas adelanto de un libro que tarda
Engin Akyurt
Cinco.
queda entre viento y nariz la súplica del victimado
tiembla todavía la ferocidad que nutre al mordido
expandido el dulzor lengüetea, esta agua inundando tu boca
intenta acumular para el invierno, te dicen,
pero olfateas la demanda estomacal e inhalas
afila ojos hacia la madriguera, te protegen,
borra los mapas de toda barricada
sujeta la trampa alargando las muertes que demoran tanto en irse
agita en los mástiles el auge de la vida-devoración
(en el montaje se ve otra cosa: el zoológico. El zafarí, la domesticidad)
Seis.
quién es ese que a estas horas de la hormona así extirpa
quién asegura lo azucarado sin hombría ni mi tal progenie
qué prevención demográfica, alegan, aparta la dicha del desfogue
quién sin piedad rebana testicular poderío
(macho, macho, que ya pasó)
dónde asienta el bisturí su jerarquía, tan humana,
con derecho de qué trucan así el espermático estallido y mis crías por ahí mamando el aire
y mis genes por ahí llegando a buen puerto fantasmal
animales callejeros, animales faenados, animales voraces…
dicen, para evitar la sobrepoblada, que muerden, que hambrean
(ay, Darwin, no me hables del fuerte, del eutanasiado, de la inaguantable primacía de los que sabemos)
trucarán la cólera, evitarán la fiebre, la orfandad de tus nonatos
tan bienintencionadas proporciones
—no vayas a darte al bozal—
suturarán sus huellas veterinarias
desinfectarán tu impotencia, tu muerte seguramente prematura
allá en el resto mis partes. la anestesia no amordaza el rencor. tan poco mascota
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Siete.
atenta:
voluptuosos anzuelos han vuelto al agua
intermedia, entre la trampa y el bocado,
silénciame el oído serenamente
porque dicen alto y claro que lo merecido llega
que tendrán sentido la pescadería y el cuchillo
recuerda la herida aleta, la boca atravesada
óxido royendo el paladar… no vaya a ser…
te dejó entonces el arbitrio y la indulgencia
vivir para contarla, orgullo de pez devuelto
agua entre atajo y gemido
di que no hace falta, por ahora, poder la impotencia…
fluyan los contubernios hacia su flotación
atenta, no pescada: empuja el goce del mordisco
más allá de su deportivo podio
Ocho.
monta, caballo, con frenesí la húmeda
arremete y lubrica y, galopando, retrasa la llegada
desvío de toda tarea, espolea cadencia entre las ancas
(el acuerdo consiente mutua sumisión)
pero arrasa, caballo, sin ceder resquicio,
entra posee relincha y aprieta
abre la carne tan dispuesta y da pelea al nervio
(intenta el entendimiento retener lo explicado)
fulgura y más adentro dilata y más adentro incendia las cavidades en su (apertura)
ahoga tanta llamarada tanta asfixia de grito goce que exhalando su aliento fecunda su acabamiento
Nueve.
animala dónde fuiste a meter el hocico
haz algo, aunque sea, ametralla palabras
que los de siempre vendrán puntuales
a carnear terneras
a ver si la sílaba babea
acaso voltee el hambre del radar
(no la niña rematada ni lo otro que la ebriedad penetra)
cómo entraste, vértigo dando, a enlistarte en el menú
cierra la propia trampa de exhibirte
(aunque arda como las piernas cuando abres)
de dónde el impulso de yacer entre depredadores
colmilla tú, en las ferias del marfil,
cómo se te ocurre irrumpir
sedada sangrante mojada dispuesta
goteando en tiburonescas aguas
deja de invocar machetes y pedir piedad
tanatológicamente escribe
alisa tu piel / futuro tambor donde aturdirlos
¿quieres que exhiban tu cabecita en la pared?
¿se agotaron las entradas al espectáculo?