Genius Loci
(Selección)
Pronto va la luz al centro del bosque,
el paisaje es el tema principal,
seca armonía, una lápida,
cada palabra hablada, se nombra,
se dice, en el engaño del fuego,
ansioso por evitar su destino
de arder al servicio de la ciudad,
pero pon una piedra en su centro,
crea expectativa en el paisaje,
un espacio para la narrativa,
y una sangre acuciada tendrá que
atravesar la puerta insólita.
*
Espero que alguien acoja esto,
y lea esto que respira, come,
duerme, juega, juega juegos oscuros
con ideas que esconden nubes, o
solo voy a hablarle al vacío,
y la vida es verse arruinado,
ven tómame no quiero otro rito
que descubrir un camino salvaje,
como esta canción tan misteriosa,
tan beligerante que yo soy, que
necesito dolor para decir basta.
*
Yo no soy el hijo de las costumbres
de un dios real, un dios conserje con
poderes que no logro imaginar,
que no se arrepiente de sus noches,
—atado con serpientes, ornamentos—,
que se deja engañar por lo bello,
que nos manda esta forma de vivir,
la ordalía de lobos que soñó,
un dios del sueño, ebrio, drogado, que
despierta para inventar la verdad.
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*
Tienes que escapar a otra ciudad,
al barril en la cima de la colina,
mi verdadero ser, genio suburbial,
tú, reflexión destrozada de Berlín,
arrogante, primitivo subsidio,
yo soy un hombre que ha hecho mal
en malinterpretar el porvenir, en
malinterpretar a la glotona muerte,
le gustan las clavículas, los hombros,
los nudillos, cuanto está afilado,
cualquier lugar donde pueda morar,
mirarte a los ojos y ahogarse.
*
Para mirar los ojos confundidos
de un dios de tierra, un monstruo verde,
grande, con todo su poder intacto,
dios tangible que nació de los perros,
del dinero, del humo, de los otros,
háblale dile por miedo, por maldad
tus dudas, tu lugar en las afueras,
esas luces brutales y ásperas,
que enciendes y apagas mientras
otra, definitiva, no ilumina,
pero ronda codiciosa, secreta.
*
Necesito errores, necesito
explorar la existencia buscando
el pulso eterno de lo fugaz,
a través del milagro de los nombres,
nombres suavemente pronunciados con
el voto de no objetar, cuando
alguien se acerque y me toque
e incluso me obligue a hablar,
yo nunca actuaré perplejo porque
todos los enfermos me pertenecen.
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