Madrid deslucido por Madrid

(Impresiones de un viaje)

Mike Swigunski

I

La burocracia de los calendarios al lado de la taza de café,

la familia con sus reuniones de ansiedad resignada

—mausoleo de catrines en su sentido más original—,

el taller nómada despegándose de la tela

—aquella etiqueta del Salón de Lectura—,

la visita inconsciente al hospital de monjas

donde nací hace casi treinta años,

el mensaje que me confirma que te tengo en Polonia...

Así amanece este Madrid de invierno seco,

este paisaje de humo blanco en los tejados,

esta luz polifónica libre de polvo,

este escenario de película de Garci. 

Parece que Madrid se explica por su frío.

II

Los gorriones avientan una nueva acogida:

departamentos con calefacción

central, 

  pisos perdón con muros de ladrillo

visto, 

            toldos monocromáticos,

aceras listas para el término de la jornada,

barrios ¿barrios? a un cuarto de hora del centro y...

es que hablar de Madrid es estar en Madrid...

¿Y el hospedaje?

      ¿Y el derecho, de todo aquel que vuelve,

a olvidar de que en sus maletas lleva la casa?

III

Despoblar todo lo que se contempla,

lo que se advierte en este otro lado,

esto que asumo que me pertenece. 

Y separar el fondo de su forma,

el espacio de aquello que le otorga

vida, capacidad de tanta vida. 

Tal vez en el contorno de la esencia,

que quizá sea en sí misma la esencia,

no exista posibilidad de desarraigo.

Se reduce Madrid a postales, paisajes.

Publicidad

III bis

Ya no es Madrid cosmovisión de la huida,

ciudad y puente de la tolerancia,

Babel de los deseos.

Ahora que he crecido —y he cruzado el mar y he visto—,

Madrid es una estampa de Beruete,

un libro sobre las leyendas de su pasado,

un imán para la nevera,

una novela policiaca desarrollada en el franquismo,

un compromiso. 

IV

Apenas un paseo basta:

esta ciudad no me devuelve

aquel tiempo robado. Apenas

veo la propiedad de siempre:

está gastada por el hueco

que dejé, por los libros de antes

que ahora toco abandonados;

un tacto de traición, como

de pérdida, de ya nunca... 

La luz es otra de repente

para mí —yo, que tanto anduve

arrojado al encuentro pronto

de los no sé qué iluminados—,

y veo deslucidos el curso,

las orillas que nada ofrecen

al que se siente despistado. 

Y la melancolía es otra.

Melancolía de lo propio

como sombra y farola, como

la conclusión que llega al fin

para arrullar al rostro helado

por el frío. Un paseo apenas

basta: un deseo de ciudad

como lo fue antes. Un deseo. 

V

—¿Y Periferia? 

    —Periferia está pausada.

Ahorita, joven, la verá en cuanto vuelva. 

También puedes compartir este texto

Sesi García

Sesi García (San Sebastián de los Reyes, Madrid, España, 1992). Es doctor en Literatura Española por la Universidad Autónoma de Madrid. Ha publicado siete poemarios, el último Ciudad perdida por otra ciudad (La Isla de Siltolá, 2023), así como el ensayo Mezclando memoria y deseo. La poesía de Manuel Vázquez Montalbán (1963-2003) (XX Premio Internacional Gerardo Diego de Investigación Literaria), entre otros textos. Escribe la columna «Los días contemporáneos» en la revista Casapaís. Reside en Ciudad de México donde imparte clases en la Universidad del Claustro de Sor Juana. 

https://www.instagram.com/sesigarciagarcia/
Anterior
Anterior

Poema I

Siguiente
Siguiente

Cinco poemas - Lautaro Dapelo