Cinco poemas - Lautaro Dapelo
Hay presencias
que hacen de la vida
un espacio confortable
que nos miran
con sus ojos cariñosos
y nos dicen
que tarde o temprano
todo va a estar bien.
Cuando esas presencias
deciden acompañarnos
no hay tarde ni temprano
sino el abrazo de saber
que en este momento
todo está bien.
*
Intentar controlar las cosas
se parece a querer detener
un río con las manos.
Algunas cosas
No dependen de nosotros
y siguen un curso inevitable.
Solo nos queda sentarnos a su lado
y contemplarlas con tranquilidad.
En esos momentos
en que observamos cómo suceden las cosas
con nuestro cuerpo detenido
puede detenerse
también nuestro espíritu
para intentar incorporar
el ritmo natural
que el río nos enseña.
Solo así puede liberarse
el agua atascada de nuestro interior
para dejar que fluya naturalmente
por el cauce de nuestra temporalidad.
*
Me preocupan
cosas que no existen.
Me preocupan, por ejemplo,
algunas imágenes mentales
cuya realidad es poco probable;
laberintos urdidos por el tedio
en los que a cada paso peligren
todas las experiencias vividas;
y también, me preocupa,
que el tiempo futuro me enfrente
con alguna ausencia dolorosa.
Tal vez,
en el fondo de las preocupaciones,
se esconda el temor a la pérdida
o el reencuentro con la soledad.
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*
Quiero cultivar
una idea del tiempo
que me permita
percibir el presente
como una extensión amigable
que incluya al pasado y al futuro
(a uno como impulso
y al otro como invención consciente)
y que sea persistente
en mis prácticas de vida
y que alimente
mi búsqueda constante
de una vida imperturbable
de una vida consciente
de que el tiempo se inventa
y de que las ideas
pueden ser presencias
(que creamos y cultivamos)
para intentar acercarnos
a la idea de que el tiempo presente
puede percibirse
como una extensión amigable.
*
Un sabio me dijo,
casi susurrando,
que intente detenerme
y preguntarme:
¿Qué quiere de mí,
en este momento, la vida?
Y así, en la quietud,
detenido y en calma,
escucharme en silencio
para luego,
con la sensación, con el impulso,
responder a la pregunta
con algo que sea verdadero:
una acción, una idea,
una emoción o una palabra
que logre conectarme
con aquella raíz originaria
de la que nace todo lo sincero.
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