Un poema de Carlos Paris
¿Quién de nosotros,
tú o yo,
despertará
junto a un cuerpo inerte,
sin rutina,
pálido y frío?
¿Quién se debatirá
entre una llamada
y el rito:
unas palmadas,
el pulso,
el aliento (o alguna caricia)?
¿Quién –pregunto–
frotará sus manos bajo el agua tibia
durante largos minutos,
mitigar así la espera
por algún ser querido
que atienda lo cotidiano;
cuál gesto irreconocible,
cuál rostro
perplejo de sí mismo
quedará impresionado en el reflejo
incapaz de llorar
por el aturdimiento?
Dentro de muchos años,
¿quién de nosotros
recordará este limbo,
este calor, en esta
mañana oscura
de nevada?