Carta al editor

Foto: Guillermo Ramos Flamerich

Querido amigo: 

Me anima presenciar el nacimiento de Casapaís, un hogar para la literatura, la reflexión y la integración de la familia iberoamericana, y todas esas cosas que siempre se dicen. 

Más allá de las poses discursivas que reiteran la necesidad de juntarnos como un bloque, de conocernos más y de potenciarnos, tu labor justamente se ha encaminado a eso, a entender el poder y diversidad de las palabras y que cuando se encuentran en un mismo refugio, pueden construir un legado en el presente y en el futuro. Tú bien sabes cómo las revistas literarias de nuestro continente, y de orilla a orilla, han hecho historia. Algunas efímeras, otras de infinidad de números. Otras con una presencia fugaz, pero con permanente herencia. 

De eso se ha tratado agrupar las ideas y la belleza en esta cultura y esta lengua que reconocemos y amamos. Cuando pienso en el título de este primer número −La fiesta junto al río− imagino el bullicio y la exuberancia de nuestra naturaleza. Pero ¿qué cosa más parecida a la amistad que una fiesta junto al río? Así como la vida fluye, observamos estas aguas pasar mientras observamos con dedicación nuestras miradas y nos atrevemos a articular alguna palabra. Entre sonrisas, chistes, bulla y más bulla. Entre las discusiones profundas y efímeras, o las frívolas y permanentes, allí estamos, reencontrándonos con nuestras maneras de ser, con relatos trastocados por esa necesidad de inconformidad y de vivir todas las vidas en una misma mente sin límites. 

Tú sabes de lo que hablo, querido amigo. Has tenido diversas vidas y de cada una de ellas algo está presente hoy en Casapaís. Hace menos de una década recorríamos nuestra ciudad buscando libros baratos y asistiendo a foros y recitales. Parecían infinitas nuestras conversas sobre el rumbo de la literatura en nuestro país, de la poesía, la crítica y la belleza del ensayo. ¿Recuerdas cuando pasábamos horas buscando algún libro de Faulkner de segunda mano? Eran los tiempos en que visitamos a Victoria De Stefano, descubrimos a Pamuk y me prestaste aquella biografía de Rulfo que aún no te he devuelto. 

Eso quedó en el pasado, como quedan algunas personas y algunos instantes. Petrificados o no, han formado el camino para este momento. Como bien me dijiste, arriesgar es hacer y, después de la larga contemplación, es el momento de los proyectos de vida. Las cosas saldrán, porque uno hará todo para que ocurran. Celebro entonces esa magia creadora. 

Despido esta carta al editor −a ti querido amigo− con los deseos de que el trabajo constante, la suerte y las oportunidades, se encuentren equilibrados y permitan, a ti y a tu equipo, hacer de Casapaís el espacio predilecto para la reflexión, el arte y la vida en sus diversas dimensiones. Como decías en otra de tus vidas: ¡Fuego siempre! 

Guillermo Ramos Flamerich

Septiembre de 2021



Guillermo Ramos Flamerich

Guillermo Ramos Flamerich (Caracas, 1991), es licenciado en Comunicación Social de la Universidad Católica Andrés Bello. Actualmente cursa una maestría en Estudios Latinoamericanos en la Universidad Sorbonne Nouvelle-Paris 3. En 2015 formó parte de la XIII edición del Programa de Jóvenes Líderes Iberoamericanos (Fundación Carolina). Es cofundador de la Red de Historia Digital Venezolana.

https://ramosflamerich.wordpress.com
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