Cinco poemas -Betina Barrios Ayala

Bernard Hartman

Nota: En dispositivos digitales la versificación de estos poemas puede verse afectada. Casapaís recomienda leerlos en su edición en digital fija (PDF) o en papel.  

En medio del b(l)anco

Amaneció de lluvia y las ruedas

navegaban el centro de cemento

el barco de paredes lisas

imponente

(no dice

 nada)

¿cuánto jardín japonés vi

y entré a nadar, dentro

lento desliz de piel descalza 

aéreo susurro in motio?

vertida piedra despacio a la sombra

blanco gris quieto en el medio del tramo 

quebrado, hecho 

para amainar 

el tráfico tenso

ese cierto olor a duda que se mueve

intocable, mínimo

imposible evitar el arado

marcar líneas, hacer cuadros

retículas, rejas

trazar, sostener, ceder

escapar

Imprimir en la superficie pétrea

hecha para borrar, sé apenas

borrar, tan pronto 

marco con el instrumento en madera 

edificar mundos, esferas, curvas, ramas, rizos

destruir riendo

con calma, satisfecha 

y no saber qué viene 

después

es la destrucción de las formas

en medio del b(l)anco

será fácil derribarse 

sobre toda la memoria

*

A sombra de hijos no nacidos

casas no habitadas

luces no encendidas, ni sello impreso 

en la hoja 

con un cuerpo y una cara 

como hecho

de una piel

Tengo aceite untado

en la carne

Agradezco al dictador

la forma en que resbala

el veneno de los otros


*

Acaricio, doblo, empujo 

tuerzo, toco, suavizo 

la vida 

tendida en la cama 

sostengo 

la fe

recreo orilla de agua 

en virtud de las cosas

muertas

Con el rostro sobrio medito mis luchas

sé que mi cuerpo es una batalla limpia

contra el suelo

caer

(es estar vivo)

limpio el cuerpo, llano

sobre la manta quieta

tirada en la grama

fresca

a la sombra, cerca

de la esencia 

mínima

detalles, subir a las copas

hacer una terraza de árboles

y aunque no tengo alas

atrapo mariposas que luego escapan 

heridas 

volando

olvido

serena disuelta

en el patio, la tarde se hunde

en la huella del sol

*

madrugada, fría, lejos, quieta

alguna memoria de la tierra

brotan otras voces, raras

distintos reflejos colman los vidrios

en la casa roída

las piezas aúllan, crujen

navajas en el filo

ah

noche

se

esta tierna animalidad

busca sitio entre mantas arrugadas

remolinos profundos, cráteres tejidos

prometen un nido, el sol

mañana

luces tenues apenas colman la ceguera

estos ojos cosidos con filtro de bruma

turbios ojos sucios

este cuerpo sabio separa todo deseo

de claridad

cómodo es el vacío cuando se lleva

dentro

este cuerpo sabio

enseña

no

lo modifico, lo dejo 

ser

blanco y ciego

blanco y negro

blanco y fuego

blanco

Cierro los ojos ante la luz

baja 

una cortina negra, roja es 

el interior ardiente

mirar

directo al sol 

escarlata

viaje mudanza, el poema

se repite

una misma tradición

¿una misma traición?

el arraigo

es obsesivo

mirar, cuidar, querer quedarse

arar el jardín que nunca es el mismo 

terreno

nunca el mismo árbol

que suelta hijos de sus golpes

son brazos multicolores, mínimos, verdes

profundos brazos desnudos, huesudos, delgados

largos al cielo

alaban el aire

que se diluye

con el fondo

el pozo sin fondo del cielo

el cielo sin fundo del mundo

En esta tierra fría, debajo

mis manos abren canales

un río para mis miedos

El mundo gira, y yo

también

Ramas

robas

la hora dorada

transcurre

milagro en tus ojos

sacudida por mil soles

ardientes orillas

mi cuerpo con sed

amarga hora 

perdida entrego 

vacío, luz

sangre sin alas

profunda

me sacudes

árbol sin hojas caigo

sobre mi

tierra derribada

en el río

Esta tarde fuimos nudos 

en las ramas los cuerpos

sombra bajo el sol las hojas 

en movimiento son tatuajes

infinitos de luz

Llevaré siempre el verde

amarillo de tus ojos 

en los míos, clavados

en el aire

Así como el árbol cede

amando hasta la tierra

me inclino, siembro 

trazos de nubes en el cielo

de tu nombre


Ayuda a mantener la poesía de Casapaís gratuita para todos. 

Muchas personas acuden a Casapaís para disfrutar de la literatura y escapar de la rapidez del mundo contemporáneo. Nuestra misión nunca ha sido más vital que en este momento: profundizar la realidad a través de la literatura. Las contribuciones financieras de nuestros lectores son una parte fundamental para apoyar nuestro trabajo, que requiere muchos recursos (como el pago a cada uno de nuestros autores), y nos ayudan a mantener la poesía de la revista gratuita para todos. Por favor, considera hacer una contribución a Casapaís hoy para ayudarnos a mantener este espacio libre para todos.

También puedes compartir este texto

Betina Barrios Ayala

Betina Barrios Ayala (Barquisimeto, Venezuela, 1985) Investigadora, docente y librera. Colabora con diversos medios, organizaciones e instituciones culturales. Trabaja con libros y escribe sobre arte y cultura a partir de intersecciones relativas al viaje, la experiencia y el paisaje. Conduce el proyecto de investigación Afecto Impreso y forma parte de la editorial Alliteration. 

https://twitter.com/betinabarrios
Anterior
Anterior

Tranquilo

Siguiente
Siguiente

Todas mis nociones acerca del teatro