Aire (o la revolución del Fénix)
¿Y no sabes tú que eres una Eva? La sentencia de Dios sobre este sexo tuyo vive en esta era: la culpa debe necesariamente vivir también. Tú eres la puerta del demonio; eres la que quebró el sello de aquel árbol prohibido; eres la primera desertora de la ley divina; eres la que convenció a aquel a quien el diablo no fue suficientemente valiente para atacar. Así de fácil destruiste la imagen de Dios, el hombre. A causa de tu deserción, incluso el Hijo de Dios tuvo que morir.
De cultu feminarum, 1.1
Temprano buscábamos la salida hacia la luz
la bienvenida al día nuevo
¿qué diría dios de la adoración al sol?
¿qué significa la muerte entre tantos minerales que brillan?
La perplejidad lentamente rodeó nuestras costillas
pero Adán es
nada si nos atrevemos a cumplir el giro
la voltereta cósmica sobre la que reposa el estigma
Génesis 3.16 dice
«Multiplicaré tus trabajos y miserias en tus preñeces; con dolor parirás los hijos, y estarás bajo la potestad o mando de tu marido, y él te dominará»
pero oh, Eva, si hicieras de tu rabia un trapecio
y, performática, ante el redoble de tambores
coreada por todas nosotras
tachán tachán
saltases
oh, Eva, creo que entonces te convertirías en pájaro
ave icaria
que no se quema
y no te quemas
(sí, creo)
porque eres luz ígnea
y tu peso es el del aire
ave purísima
Eva
madre de todas las madres
(sí, creo)
comprendes por fin
que eres fuente de poder
y la casa una jaula de ventanas abiertas.