Los que no pudieron ser
Afilados todos
desangrados en el suelo
o colgados de un árbol
separados siempre
el uno del otro.
Nada viene a su auxilio
a nadie le importa
un dolor que no sea el suyo,
un incendio que no arrase
la carne propia.
Y se cansan
desisten caen
mueren rendidos anulados
y ya es noche
—demasiado noche—
Y a nadie importa
nunca a nadie importó
la vida, el esmero,
el empeño todo,
las ganas de siempre,
aquella esta existencia
a la que nadie
ninguno
nunca
se atrevió a mirar.