El día que me autosecuestré y culpé a una ostra
No se me ocurrió que me hubiesen incrustado
una brújula en el abdomen
que no fuera veneno ese líquido
en los colmillos de la serpiente de coral
sino un ámpula de lo ingenuo
y cuando hallaron mi escondite
me supe Monroe ante los flashes
inquieta
con una perla en cada mano.