Zeus vivió en Coatzacoalcos

I

La ciudad que nosotros habitábamos sigue llena de historias que luchan por no ahogarse entre los manglares pantanosos que acorralan la urbe. Sus límites exceden los de la cosmovisión contemporánea y se aferran a un pasado milenario que se desborda de la geografía. Allí, donde el río desemboca en el mar con las fauces eternamente abiertas, la mancha urbana tiene guardados los recuerdos de nuestra infancia entre los resquicios del asfalto caliente y agrietado. También es una de las ciudades más violentas del país. Alguna vez se llamó Villa del Espíritu Santo, pero de ese lugar asentado entre las dunas no quedan ni los fantasmas. Después fue Barragatitlán, y después Puerto México. Hoy se reconoce lo que sigue enterrado, aunque no muchos lo sepamos en verdad. Vivimos en el mito, escondidos como la serpiente y esperando el regreso de algo que no sabemos bien qué es, pero se asoma cuando lo nombramos incluso sin querer: Coatzacoalcos.

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II

27 de noviembre de 2020

Ángel A.V.G. nació el 27 de marzo de 1992. Primero fue «el chino» porque en todo grupo de amigos de vecindario debe haber uno. Sus ojos rasgados y su cabello lacio y negro contribuyeron al estereotipo. No así su color de piel: tostada, como la de cualquier niño mexicano de clase popular que supo combinar el sol de mediodía con una pelota y una bicicleta. En aquella época, a principios del 2000, la calle era un patio de los juegos colectivo para todos los que cabíamos en la etiqueta de infantes sin importar mucho la edad. Entonces no existía en nosotros este temor de ahora. Ese que permea todas las generaciones que habitan cualquier asentamiento de este país despedazado. Después de ser «el chino», Ángel fue «Riot» por un periodo más o menos corto y luego, un poco más grande, se convirtió en «el Zeus», porque esa era su placa de grafitero. En esos días en los que mutó su identidad a partir del (sobre)nombre, empezó a usar unos expansores en las orejas y, unos antes que otros, todos en el grupo de amigos del barrio nos hicimos adolescentes.