Semilla frontal
Para Eric Jair
Filo y tierra o guillotina a la mar sus raíces,
puerta triunfante la corta apuñaladas
de esporas
semblante,
remembranza,
coordinar.
Este es el mundo más largo, ligero…
Limitante, final, punto en que corren los ríos
o su mirada se arde en abruptas ventanas.
Yo mido el agua,
la línea del mundo
es cobijo de largas nubes.
He visto el antiguo susurro
en que los potros se desbocan y se dividen.
Limítrofe asidero de cañas,
tortugas amontonadas sobre la tierra,
marcada
una línea a la vista
nos dieron cortada
o principio
ante paredones de varas que doblan sus pies.
Largo algodón espinoso, clava fulgor dolorido
a la bruma
No hay tierra adentro,
todo es azul
no hay tierra azul,
muro callado y salobre.
Palmo a palmo se abren se abren las nubes aquí
y aquí que comienza el andante,
aquí que resurge o se enseña la penca rodeada de sal,
olas de arena,
muros de piel,
ausencia de voz en sus fantasmas,
acecho sin eco o persecución susurrante,
lenguas ardientes que cortan el viento.
Filo de tierra o guillotina a los montes
con pluma de garza,
no en la memoria escuece,
no en los pechos espinos,
sino en la velar del piel coyote
arbusto flameante que tiene sentido
en las piedras dormidas.
Quien viera en sus goznes el rastro de avena,
vendrá en maíz colorado con piel,
argentados los ojos
el paso silbante.
Mírate en tierra, oh, pez pasajero,
mírate espejo y anda marcado en la arena zumbando leal.
Mira la aguja medir un albor más tardío.
Puerta del norte y abierta al mar
suelta en su gélida escama una piedra redonda,
suelta en su gélida piel azotando herbazales.
Tierra hundida,
hundida, enyuntada,
enyuntada y arado
serán levantadas de rostro semillas de airosa raíz,
cuando sus pueblos molemos y andamos
callamos,
dormimos,
callamos,
callamos dormidos,
cuando sus pueblos al mar entregaron
lavándose
el cuello de noche,
Padre de puertas amplias.
Filo o tierra y punta que no duerme
pues así serán sus semillas,
así sus consteladas de hojas negras serán
las olas pesadas,
las nubes, el mundo y la carga perdida.
Mar de abejas heladas entre los rayos,
mar
bordeado árido de espinas.
Levanto un árbol de hojas marrones, un árbol sin fe,
lo levanto y ondea,
levanto un árbol
y el filo o tierra o guillotina alcanza tus pies,
a la mar sus cúspides claras,
a la mar señorío de adioses.