Salmos del agnóstico
Puede que el mundo sea bello
(…)
pero yo sé que hay hombres tristes.
Carlos Bousoño
Escúchame, Señor, yo solo temo
que tú existas y que existan los símbolos:
llegar a oír la ineludible voz
que arrancan de las cosas los sentidos
y perderme en ella. Dispuesto siempre
como estoy a tu entender, mas reducido
por no tenerte. Y teniéndote así
ser más terco y necio por no entender.
*
Escúchame, Señor, yo solo temo
a ser llevado a ti por el camino
más oscuro de la soledad: que hordas
de solos sean las que me secuestren
y no poder decir es claro el día,
me basta con el canto de los pájaros
por ser tu canto. Mas si no existieras
te pido: deja a las aves su canto
y permite a los pájaros ser pájaros
que más que nadie yo sabré quererlos.
*
Y si por el contrario me reclamas
desde la soledad y desde el barro
déjame tanto sufrimiento como
certeza de ti puedas proveerme
pues a mayor gozo mi ser no aspira.
*
Escúchame, Señor, como te escucho.
¡Qué tristes se ven estas soledades
sin tu nido, y qué solas me parecen
todas las palabras sin mi tristeza!
Dime si desde aquí es que yo te invoco
o pueblo con mi lengua tu sentido.
*
¿Por qué habrías de permitirme ser
entre las cosas bellas, si tan solo
se me ha dado este oficio de nombrarlas
en la página muda? ¿Por qué habrías
teniendo a quienes con dolor te quieren
y a quienes sin dolor nunca te adoran
traer al mundo un hijo doloroso
que sin belleza duda entre las sombras?