Nocturno del Claustro de Sor Juana
Barrio dormido.
Andamos por galerías de ecos,
entre imágenes rotas:
nuestra historia.
Callada nación de piedras.
Iglesias,
vegetación de cúpulas
Octavio Paz
Nocturno de San Ildefonso
A mis estudiantes
La noche inventa en Izazaga
otra jornada
otra luz al salir
tan temprano del metro
madruga otro espacio
sombra que no se nace
sombra que aquí se acuesta
y calienta el bostezo
hay que cerrar el libro
tantear lo que viene
el insomnio convoca
un peaje cualquiera
calendario latente
más allá del descanso
la plaza se descubre
con puestos y legañas
allí el adoratorio
allí la lenta inercia
mochilas y mochilas
silencios trasnochados
la plaza se revuelve
en su arranque por ser
inicio que se inicia
pastoso sobre el centro
el quiosco de los martes
colección de rutinas
policías, mendigos
semáforos y acucia
militares de pronto
el trino de los pájaros
acuden al encuentro
almas del purgatorio
al paseo atropellado
la vieja catedral
el tiempo hecho piedra
la piedra hecha cuerpo
dice Paz que estas calles
fueron antes canales
y un deseo dormido
vence pronto a quien anda
el metal de los bares
un cerro con castillo
las callejas de un pueblo
las buenas amistades
el país, la nostalgia
acaso lo de siempre
Madrid, Madrid, Madrid
en México se piensa
ay, demasiado en ti
pero hay días y días
la migración es traje
para quien carga libros
y los enseña y habla
sobre aquello que albergan
los muros son granates
inciso de la bulla
imborrable el gafete
ante algunos maullidos
cerámicas ocultas
piedras para el tropiezo
breves cúpulas solas
la historia de un heptágono
piramidal, funesta
escrito en las paredes
y que no tiemble hoy
por favor, que no tiemble
taller de poesía
memorias y silencios
Todorov y sus cosas
Bécquer, Gustavo Adolfo
y ya se desperezan
estudiantes y gatos
y recorren los patios
y la altura del claustro
y el hombre que camina
por estos hemistiquios
entre Regina y San Jerónimo
es asimismo
el maestro extranjero
que escribe este poema
pues son versos también
los días laborales
que empiezan su caudal
a las siete o las nueve
con un café en la mano
y con la vocación
que compensa las horas
las tardes trabajando
los días sin leer
los libros sin vivir
las comillas confunden
los nombres en cursiva
la redonda se pierde
en la razón correcta
en la ley de la estrofa
en la fe en su futuro
el nombre en la bitácora
gatos bajo los arcos
ocultas escaleras
ya naranja es el cielo
ya termina el arribo
pero «¿y qué hago aquí?»
siempre, siempre lo mismo
la profesión quizás
son diarias las sorpresas
acaso esto lo explica
redondilla, cuarteta
cuarteto, serventesio
paisaje con ojeras
la postal cotidiana
el salón medio lleno
cerradas las ventanas
fuera la ciudad se abre
el impulso está dentro
«buenos días, qué tal»
y comienza la clase.