Oficio de vivir
He aquí que llego a la treintena
y vivo aún
sentada en las rodillas
de mis padres.
Si intento volar
me doy de bruces contra el barro.
Me alimento
de estos lazos y de luces:
amor carnal o inocente o perro, humor
negro y poetas suicidas.
Leo y enmiendo cicatrices,
silencios, descuidos en textos innatos,
pero un error siempre escapa y zumba
en los alrededores:
nací muy tarde,
he muerto pronto.
Sé que es inútil
en un mundo de brechas y agujeros,
pero quiero poder llorar
y que broten las flores,
tener calma y tiempo sin gastos
de envío.
Aparte de un hogar,
una casa.