Poemas del barrio profundo
Advertencia al hijo
Los gatos mueren fuera de casa, hijo
y tú tienes prohibido
abrir las ventanas de tu cuarto
Aunque te aturda la marcha
de los duendes en el techo
no debes acercarte a las ventanas
Aunque la lluvia en madrugada
amenace con mutilar tu sueño
no te acerques no te acerques
Nada hallarías buscando al otro lado
la silueta de un animal enfermo
Los gatos mueren fuera de casa
Es esa su naturaleza, hijo
No te atrevas nunca a cruzar esa puerta
De tu vientre brotan los asesinos de mi pueblo
Cómo se viene la muerte
tan callando.
JORGE MANRIQUE
Me ves llegar
sin nombre a tu desgana
queriendo atrapar la luz que ocultas
de esos jinetes sin cabeza
Yo que he aprendido de tu llanto
esta fe de las arañas
Yo que he recibido de tu carne
el peligro de la patria embrujecida
Aquí guardo mis espinas
Aquí sacudo la pólvora de mi cama
y me visto de carroña
para que conmigo inicies tus rituales
Caigo trasoñado en tu puerto
y me tienes así donde me ordena tu hambre
Todo lo que me queda es tacto y culto
Todo lo que te queda se resuelve en niños
corriendo en las aceras
Es este un nuevo tiempo
¡Levántate y anda sobre mis grietas
con esa respiración de perro abandonado!
Ven y bendice la pausa de esta bala
que sostengo ahora
con paciencia entre mis dientes
La vida es afuera y respira
Todo es bueno si deforma un cuerpo
LUIS CERNUDA
No confíes en esas voces que te embisten
cuando ingenuo observas
jugar a las arañas
por debajo de la mesa
No aceptes su consejo
No te quedes quieto entre cobijas o ataúdes
esperando que cese la llovizna
y los duendes hayan terminado
de bailar sobre las tapias
Antes de que sea demasiado ancho
el río que te aísla
de nosotros
deshazte de todo aquello que te ata
Las puertas acabarán siendo lobos
y a tu padre se le hará la noche insoportable
Vigila al gato negro en tu ventana
pues él ha conseguido forzar su fuga
durante la hora de tormenta
¡Imítalo! Sea su forma de pecar tu mayor ejemplo
Persigue su huella en la neblina
hasta que te crujan los pies de tanto andar
y confundas al dolor con tu prójimo
y bebas por primera vez de las pozas
que deja el aguacero a mitad de la calle
Y sigue buscando
y sigue buscando
hasta que en tu boca por fin
haya plantado la ciudad su veneno
Publicidad
Oración a la Virgen del Barrio
Nuestras manos no han derramado esta sangre,
ni nuestros ojos han visto nada.
DEUTERONOMIO 21:7
Me entrego pesadillado a tu regazo
con el cansancio del mundo moliéndome las sienes
y un temor tan real
como el fuego en callejones
Detrás de mí no viene nadie
El barrio entero ha guardado para sí
el silencio de mis muertos
Vengo anhelando tu oído Virgen Oscura
Porque me has visto nacer bajo tu guardia
hoy vengo a inclinarme ante tu roca
a jurar que esta vez
no ha sido mía
aquella mano desatada
No dependió la noche de este pulso tembloroso
ni el Goliat ni el filo secreto de la piedra
ni el David que en esta hora te suplica
por un sitio a salvo en tus rincones
Pero sé lo que me espera
al otro lado de la cuadra
más allá de ese agujero
donde hoy aguarda mi destino
Por eso vengo rogando tu oído
y me dispongo
sincero a tu péndulo
con la esperanza de que libres mi sendero
de ese ángel profano y su guadaña
El último día del mundo
a Ignacio Aru
Soñé que habías muerto
Caminabas a oscuras el último día del mundo
entre rostros desconocidos
tratando de olvidar olvidando
Soñé que habías muerto
Un frío de años terminaba
de encadenarte la nuca
¿Qué hora es?
Y yo lloraba porque sentía
que te haría falta un abrigo a donde fueres
y ya no podía levantarte
—no podía o no quería—
tan solo te dejé ahí
bajo seiscientas moscas de arena
acurrucado a pesar de la amenaza del olvido
Y ahí te quedaste Te quedaste
Soñé que habías muerto
Medianoche
y nadie podía acercarse a tu ataúd
nadie podía bendecirte peregrino
en el último día del mundo
o revelarte la palabra necesaria
para luchar contra las hienas
nadie podía robar de tu mano
las joyas de amatista
o arrojarse a tu pecho
como a un lago
Nadie podía
nadie pudo encontrar tu nombre
entre las aves de carroña
Puede ser que te preguntes
adónde sepultaron tu cuerpo aquella noche
o te preguntes por tu último verso terminado
o por el pacto de las ropas que te cubrían las heridas
Soñé que habías muerto
No había más nada
En el último día del mundo
ningún pájaro cantó
Y ahí te quedaste Te quedaste
Graffiti
(Barrio Cuba, San José)
¿Es el mundo este desierto
de gatos que agonizan?
También puedes compartir este texto