Tres poemas - Pablo Rodríguez
el fantasma de tu cocina
no conocía estas palabras
o mejor dicho
no las recordaba pero escuché tu voz
desde la alacena toco tu puerta no tiene pomo
no se abre no respondes no sé dónde
he dejado mi lenguaje por qué
tanto
tiempo
pero ahora que estamos solos ayúdame a buscar
otras sílabas entre los cubiertos o el murmullo
de los trastes poco antes de lavarlos: tengo
un pacto con las flores
les he dicho
cambiaré su agua
diariamente
paso por la mesa sin saber
a dónde ir o llegar
no entra
el aire tampoco
la luz por
las ventanas
no es
suficiente
no alumbra
pero veo entre tus manos ese fuego
con él me enseñas a sacar
la basura a tiempo a poner
el café a calzar la mesa
a escribir
tu voz
dictándome
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hipófisis
dos puntos son dos
clavos en la herida
de culebra palpitante
o
dos puntos abiertos
dos finales de pulmón
se unen
se tensan
se abren
a la pausa con dientes
ningún otro
signo doble
segregando
el concepto
no
los ojos
abiertos
mejor dos
hormonas o dos
veces su sangre
asfixia
la endocrina
presente
en los cuernos
de amón
se
para
se
intenta decir
dos puntos
son
dos
puntos
alargados
que no
me permiten
respirar
en las alturas
para que llueva debemos tener un largo ventanal a ras de suelo: ese espacio para que nazca la lluvia: muros transparentes muros para ver cómo el agua inicia aquí dentro: una lluvia encima de la lluvia: el vidrio donde sientas la humedad tras de sí: nube disfrazada de un gran canal que reparta agua a las ciudades: un departamento en lo más alto donde la gente crea que en los hogares no llueve: filtración: área discreta para nuestro derrame: un nuevo sistema de lluvia: instrucciones: habitar este departamento antes de que llueva fuertemente y abrir las ventanas para que la gente se moje el rostro y se resguarde bajo una sombrilla al caminar: así empieza el agua su mundo
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