El deshielo cubano: archivo y memoria
Todos inventamos nuestro pasado
Me acuerdo que cuando regresé de La Habana hubo una falla eléctrica en el avión antes del despegue. Cada vez que el piloto intentaba encender los controles de mando se apagaban las luces del avión y se escuchaba un ruido igual al sonido del motor de un automóvil que está ahogado. Recuerdo que una chica con el pelo en corte mohicano volteaba a ver a la azafata reiteradamente, como si quisiera preguntarle si lo que pasaba era normal. Su actitud me sorprendió porque ella tenía la figura de un avión tatuada en el pie izquierdo: me resultó irónico ver a alguien con un tatuaje así en un vuelo con problemas para despegar.
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Era 26 de octubre de 2016. Mientras yo pensaba si la falla eléctrica y el tatuaje de la chica eran una señal para abandonar el vuelo, en la asamblea de la ONU Estados Unidos e Israel se abstuvieron de votar la resolución del embargo comercial que EE. UU. impone en Cuba. Ha sido la única vez con ese resultado: en el primer período de Donald Trump ambos países votaron a favor del bloqueo porque las relaciones entre Cuba y EE. UU. se volvieron a «congelar». La situación fue la misma con Joe Biden.
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Cuando volví a San Luis Potosí hice un archivo con periódicos, documentos, fotografías y objetos que reuní en mi viaje. Recuerdo que en esos días Donald Trump ganó las elecciones de Estados Unidos y Fidel Castro murió. Desde entonces reviso mi archivo con frecuencia, pero esta es la primera vez que escribo sobre esta experiencia. En 2020 me mudé a Ciudad de México y traje el archivo conmigo. Con el paso del tiempo me he dado cuenta de que mi archivo no es solo un depósito de información, sino una manera de reinventar mi viaje y reconstruir un espacio biográfico…