Volcanes silenciosos

Cuestión de perspectiva

Entendemos, mi cuerpo y yo, que el espacio ya no es nuestro; 

tampoco es del dolor, es de los dos. 

María Luisa Puga


Adelgazaste, pero te quedaste sin nalgas. No rebajaste ni un gramo de las piernas. Envuélvete en plástico y pásate un palo embarrado con glicerina para que te «acuerpes». Esos son los comentarios que recibo de mis tías, cada vez que llegan de visita a casa. Adelgacé, sí, pero no por voluntad.

Vivo con dos padecimientos crónicos: hidradenitis supurativa y resistencia a la insulina. Tuve que aprender a alimentar mi cuerpo de manera adecuada, para evitar el brote de abscesos dolorosos en axilas e ingles, o el desarrollo de enfermedades como la diabetes. 

En 2022 me diagnosticaron ansiedad; no tomo medicamentos porque son escenarios específicos los que se requieren para que se dé un episodio. Esto implica un riesgo, pues un ataque de ansiedad o estrés es detonante para el nacimiento de nuevos brotes de hidradenitis. 

Según un estudio publicado en el Journal of the American Academy of Dermatology «uno de cada cuatro adultos con hidradenitis supurativa tiene depresión y uno de cada cinco sufre de ansiedad». Por su parte, el sitio web Mayo Clinic señala que una de las complicaciones de la hidradenitis supurativa es «el dolor de por vida».


*

Mi cuerpo conoce el dolor, el 20 de junio de 2022 una mujer sufrió un paro cardíaco mientras conducía y terminó estrellándose en la parte trasera del taxi de ruta en el que yo viajaba. En el accidente quedé atrapada entre los asientos. El resultado: piernas cubiertas de hematomas púrpuras, una rectificación de la columna, una costilla astillada y un miedo, desarrollado por el trauma, a cualquier transporte. 

Cosas dolorosas:

La risa. Ir al baño. Dormir. Despertar. Cepillarse el cabello. Levantarse. Existir. 

Cosas placenteras:

El dolor.

*

En mi familia se olvidaron del 2023, cuando estuve a punto de ser sometida a cirugía debido a que un absceso había inmovilizado mi brazo derecho. La recuperación tomó cuatro meses en los que además de metformina, requerí cinco inyecciones semanales de corticoides en ambas axilas, múltiples drenajes, pomadas con antibiótico, vendajes y quemaduras en la piel por la cinta de los mismos; jabón y desodorante dermatológico. También visitas al endocrinólogo y al nutricionista.

La paz mental se vuelve un hito casi inalcanzable cuando el diagnóstico de un padecimiento crónico te arrastra al abismo de los medicamentos de por vida. Ni siquiera tengo la habilidad de pasar pastillas, me atraganto, y ahora estoy condenada a ellas. Mi existencia de pronto se vio reducida a habitar este cuerpo enfermo, dependiente de una alimentación adecuada y medicamentos prescritos…

Giselle Meza

Giselle Meza (Tijuana, México, 1995). Publicada en la antología Profundo porvenir, resultado del II Premio Internacional de Cuento Horroris Causa (2023), convocado por Desliz ediciones.

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