Ilan Serruya - Poesía
1.
intuyo una forma de seis puntas que se expanden a la vez
traigo piel y una secuencia de manchas
traigo un montón de emblemas que aprietan fuerte en el pecho
traigo un tatuaje que no puedes ver
trazo una línea y brotan caminos fértiles
imagina tu infancia cortada por un camino
así
ahora
mi cuerpo tiene dos partes
mi cuerpo tiene dos partes que chocan en el vértice de un monte
a veces desierto oficina mudanza
imagina otras cuerdas vocales
imagina una lengua que no es propiedad
ahora
tengo dos partes que vibran si el río pasa
ahora tengo dos partes que ríen si miran
a los ojos del patrón
repliego la espalda
escucho murmullo sermón
traigo grillos bajo la sábana y en el terreno
presiento venir desmayo
a veces junto imágenes
a veces temblor
a veces me da la risa y por eso suspiro profundo reflejo
a veces me quedo mirando a los chicos que sudan
los chicos brillantes de fuego producen ceguera y calor
las religiones atienden con recelo
esforzándose por no aplaudir con rigor
propongo ser barro sin molde y esquivar las normas que acarrea este mapa
propongo igualar frontera ficción fuero fundación
propongo pasear la palabra renuncia
me bebí un vaso de leche en un autobús repleto de chicos que sudan y producen calor
tú me apuntaste con tu rifle burocracia
tú no quieres sacrificarme
tú quieres que yo quiera sacrificar
llegué al desierto y hundí mi cuerpo
perforé con dedos la arena
curtí mis pieles al sol
me invitaste a tu toldo y de nuevo bendito sudor
tú
producías destellos morados
dijiste: estás en un lugar seguro
pensé: הנה מה טוב ומה נעים שבת אחים גם יחד
tú
miraste lejos susurrando: esta es la imagen que venero
y me clavaste los ojos al preguntar
cuál
venero
yo
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2.
era como un bloc de notas. una ola de asfalto. una montaña de gris.
era como un juego sin serlo. o un miedo infundado por el placer de tenerlo.
era como un revoltijo de coches o la sombra de todo lo demás.
un lugar adecuado para sumar.
era la planta –1 y su exceso de opaco.
éramos vos y yo y el tiempo que se descubría estando ahí.
como que mareaba pero sin red de seguridad.
siempre gratis y siempre solos.
a medio minuto de la tormenta.
a dos pasos de que a nadie le importa qué hasta que –
eran las calles grises que no eran grises que eran de color mar del plata.
al final siempre tropezón y curitas.
era rivadavia de día y rivadavia de noche.
una fuga o el hambre de no volver nunca a casa.
eran asuntos serios tan serios como los de la gente grande.
era el piso siete o el nueve y el ascensor que abríamos a ver qué pasa.
sacando medio cuerpo como para escapar de lo que sí existía.
era como una casa llena de gente señalando.
un salto al vacío pero más real que un salto al vacío real.
nos subimos en el coche de un desconocido y no pasó nada.
viniste corriendo. te acompañé a casa.
ahora lo pienso y es liviano pero como que me guía.
como aquel árbol de mitre que un día estuvo a contraluz.
como el museo al que siempre íbamos porque era un laberinto y porque éramos vos y yo corriendo entre los peces.
siempre ganamos hasta la última vez.
recuerdo la cola de un súper y que todo parecía más fácil sin decir adiós.
congelado. como si aquello que se rompe tampoco fuese la verdad.
ahora lo pienso y son imágenes que no sé si fueron.
que tienen gusto a algo pero no sé a qué. que se parecen a la libertad.
o a estar paseando