poema para muchachos silvestres que no tienen hermanos
Alejandro Martin
a Germán
te despides, te duermes pronto
para que llegue antes la mañana
y puedas comprobar que la luz
se filtra despacio y extraña
hasta ser una de nosotros
te gusta observar el cambio
de las cosas que respiran lentamente
como los mirlos al acercarse
a los humanos cuando comen pan
una mirada fija y ladeada
es una canción, es la canción
de estos pajarillos impares
que cuento en ti y me hacen
recordar los juegos en los patios
¿puedes poner la boca así?
busquemos rrimas para esta palabra
me tragaré el hueso de las cerezas
y seré un árbol durante un tienpo
vuelvo a jugar, es decir, acepto
tranquila que cometeré errores
te veo dormir el sueño de los peces
cuando paseas los bordes de los ríos
en pequeñas ciudades interiores
buscas un fondo brillante, un recuerdo
de los momentos en los que se te reveló
la belleza sencilla y la escondiste
bajo una piedra cualquiera
me pareces nuevo como cada uno
de los días de un bosque de hojas
perennes, capaz de mencionarme
el nombre propio de cada semilla
y el lugar exacto en el que respiran
los animales domésticos
y, sin embargo, aún no te conozco
como tampoco conozco el mundo
vaso desbordándose constantemente
cuando llegue a casa, le daré la vuelta
a los colchones y a los mapas
confiaré en el misterio
hablemos de este silencio mientras