Seis poemas - Pamela Rahn

Luis Dalvan

La noche y la madre 

Cuando éramos jóvenes

y queríamos migrar a otra noche

la sombra de su vestido cortaba la baraja

fumando un cigarro largo 

como la muerte 

paseaba por el pasillo del bar

mientras sonaba la Fania

a pesar de que a veces nos olvidábamos de ella

la madre estaba allí 

la recordábamos porque ya lejos 

todavía la desobedecíamos

y era lo único que nos hacía sentir libres.               

La silla vacía   

Desde que se murió mi abuelo  

ya nunca se volvió a comprar whisky

la silla del comedor perdió toda su funcionalidad 

para volverse parte de una ausencia   

Una especie de objeto santo

He leído sobre esto: 

es parecido al síndrome del muñón fantasma

algunas personas le hablan,   

como si aún el espíritu de mi abuelo la habitara   

alrededor de ella hay un respeto sagrado  

 

cuando hacemos un chiste 

o decimos algo 

Todos secretamente miramos ese espacio vacío

el aire alrededor de ella  

se ha vuelto pesado 

En la noche cuando todos se acuestan

la silla chorrea whisky 

las sombras de las cortinas se mueven 

a un ritmo peculiar

Nadie lo sabe

es un secreto que él y yo compartimos.  

Limpiar la cocina

Salvar la porosidad del ojo 

convertirla en esponja

 

Cada espacio de la loza 

brillante 

como un ojo 

en la oscuridad de la noche.

Mamá asusta a los lobos

Adopta varias formas

y brilla dentro de la noche 

anda en bici con mi padre

dentro de mis sueños 


Mamá, sube y baja las escaleras

para acompasar su condición nerviosa

deja la ropa tirada en el piso

Pero limpia la cocina

3 veces al día 

Mama risa profunda

            Abrazo largo

            Olor a cigarro 

            Sabor a café 

            Puerta abierta del baño

            No tiene vergüenza 

Mamá, desea que siempre ame más a papá

pero es ella la del trono  

en el amor                             y el odio también 

 

Mea culpa 

sus ojos dentro de mi noche 

avanzan hacia la oscuridad palíndroma 

Mamá no le cae bien a mis novios

Mi abuelo le pegaba  

le gustaban los carritos más que las muñecas 

se iba a oír radio sola en la redoma 

intento escapar de su casa a los 8

con un palo de escoba y una sábana  

sus hermanos le daban monedas  

para que los dejara espiar a las vecinas

que desnudaban sus ventanas

 

Mamá que pudo ser más

pero algo la detuvo

tal vez fui yo 

Mamá, siempre me dice

busca un hombre bueno

sucede que nuestros buenos son tan distintos 

mamá a veces miente tanto

que se lo termina creyendo 

 

mamá no sale sin maquillaje 

ni a botar la basura

mamá que ahoga su llanto

en series policiales y novelas

y tiene demasiadas mañas 

que ya casi son nuestras 

mamá que está enferma

y nadie nunca le cree

porque siempre  

sigue caminando 

mamá que siempre

me ve mejor de lo que soy 

 

se siente mal si no comparte el chocolate

decora la casa con flores del jardín 

Mamá a veces tiene demasiada autoestima

pero a mí me da risa

porque la amo

y la hecho sobrevivir 

Mamá, tiene dos maternidades

la de mi padre y la mía 

Salva a las chicharras 

pinta vírgenes, ángeles

y mujeres embarazadas 

Oye a Silvio y a Pablito

baila salsa sola en la cocina 

Mamá, me lava las pantaletas

me limpia el azul de la fiebre 

Mamá, que fue el amor de la vida de tantos hombres

Se casó con su casa 

Mamá, no sabe ser escasa, igual que yo 

pero intenta adaptarse 

Mamá, tiene demasiados miedos

y es pura melancolía 

 

Mamá asusta a los lobos 

cuando sale a caminar por mi noche.

Las ventanas  

Abrir una ventana es como abrirse una vena 

 BORIS PASTERNAK

 

Hay dos ventanas siempre

una para tirarse 

y otra para no sé,  

respirar el aire fresco 

pero la verdad es que hay 3 

una tercera que se abre

y sirve para recordar 

no en realidad hay 4   

esta cuarta sirve para tirarte 

también

pero abajo  

 

hay lodo  

un charco de lodo gigante

y no puedes morirte 

solo ensuciarte las manos.

Las manos rotas  

A Katherine Castrillo

Se había cortado las manos

dos agujeros hechos con una fina pero profunda línea de cuchillo  

 

Supuraban sangre, 

conejos, liebres y música arrebatada de bongo  

Tenía las manos rotas, en esas dos líneas

de carne se le metían dos dedos masculinos  

interrogándola y excitándola 

olían con placer su sangre  

 

me había enseñado las palmas  

en la vieja biblioteca de mis abuelos 

Fue allí que le pregunté por sus manos

Ella señaló las mías 

Al abrirlas

también rotas 

La grieta: un túnel del tamaño de un mortero

Comprendí

Hermana, sirven para sostener el barro, me dijo 

Los libros viejos empezaron a susurrar.


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Pamela Rahn

Pamela Rahn Sánchez (Caracas, Venezuela, 1994). Es realizadora cinematográfica. Publicó varios libros de poesía, tales como El peligro de encender la luz (2016), el ganador del concurso Gloria Fuertes de Poesía Joven Breves poemas para entender la ausencia (2019), El radio de pilas y otros poemas (2020) y La luz entre las cosas (2020).

https://twitter.com/PamyRahn
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