Diario marzo-junio 2020

Vasco Szinetar

Sábado, 14 de marzo de 2020

El jueves 12, Maduro anunció medidas contra el Coronavirus, y ayer en la mañana informaron de los dos primeros casos en el país (una mujer y un hombre en Caracas. Llegaron en vuelo desde Europa). 

Se prohibieron eventos en espacios públicos y museos, galerías, etc., tuvieron que cerrar. En La Poeteca también, al igual que decenas de otras fundaciones y ONG´s, librerías, centros culturales. 

Las clases (colegios, universidades), fueron suspendidas a partir del lunes. El jueves pasado dicté mis primeras dos clases en la Escuela de Letras de la UCV. Fue debut y despedida del semestre. En la noche, Maduro dijo que estábamos en «cuarentena social» y que podría suspender actividades laborales. El Metro fue restringido: solo se puede usar si tienes mascarilla. 

En la tarde de ayer, fuimos a una consulta médica de Tomás, y luego, como miles, nos zambullimos durante más de tres horas en el supermercado. Llegamos a casa muy cansados. 

¿Cómo serán estos días de Pandemia? ¿Cuánto durarán? ¿ A dónde nos conducirán?

En el trabajo, nos indicaron laborar desde las redes sociales (solo el 40% del país tiene internet; bajó dramáticamente desde el apagón de 2019: hace un año, además). 

Estamos jodidos. 




Lunes, 16 de marzo de 2020.

El gobierno ordenó a las personas «hacer sus propios tapabocas». Afuera, el mundo sigue en cuarentena: se suman Colombia, Argentina, Chile, Estados Unidos. Organizamos actividades para Tomás. ¿Cuánto tiempo aguantará la reclusión mi niño que pide siempre «salir, salir, salir, calle, calle, parque»?

Blanca, muy tensa y agobiada. A mí me cuesta mucho concentrarme. Intento adelantar trabajo, leer, trazar estas líneas. 

Van 17 casos en Venezuela, en 6 estados. 

Leo Confesiones de un burgués, de Sándor Márai. 

Márai: 

Yo encontré a Kafka como el lunático encuentra el camino recto. Entré en una librería y, de entre miles de libros, saqué «La metamorfosis», empecé a leerla y supe enseguida que era el libro que estaba buscando. Kafka no era alemán. Tampoco era checo. Era escritor, como todos los grandes autores de la literatura mundial. 

Luego: 

Yo nunca «imité» a Kafka, pero soy consciente de que algunas obras suyas, algunas características de su visión del mundo han contribuido a aclarar ciertas cosas dentro de mí. Es difícil definir las «influencias» literarias, es difícil ser sincero con aquellos que motivan a un escritor en ciernes…

Y cierra: 

El mundo de Kafka y su manera de expresarse me resultaban extraños, y aunque nunca ejerció ninguna «influencia» apreciable en mis obras, liberó ciertas fuerzas y energías dentro de mí; de repente empecé a ver las cosas con otros ojos, a sacar conclusiones y, al mismo tiempo, como si sintiera una fuerza interior pero también viera la tarea que me esperaba, me embargó cierto sentimiento de timidez, de inseguridad. 

Quien tiene miedo grita. Así que yo, por puro terror, empecé a escribir. 

Esta última frase, mientras pasen los días, quizás defina lo que nos lleve a escribir. 

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Sábado, 21 de marzo de 2020

Día Mundial de la Poesía. Ayer fueron los 250 años del nacimiento de Hölderlin, además. Será un día de mucho trabajo en redes sociales. 

Equinoccio de primavera en el norte y el otoño en el sur. 

Tomás va dejando el pañal y desde ayer tenemos, gracias a la ayuda de un vecino, internet (llevábamos más de un año sin internet en casa). Escuchamos el concierto de Fito Páez desde su casa. 

Me levanto día a día muy temprano: escucho su silencio, los pájaros. Hago café. Solo con mi pocillo, me imagino como uno más de mis ancestros en sus pueblos remotos: Rubio, Cumanacoa, Upata. 

Me conecto con ellos. Soy uno más de sus herederos. Su sangre. 

Leo. 

De Márai (otra vez, sigo en Confesiones de un burgués): 

Huía de un peligro mortal más generalizado que aquel horror, lo contemplaba y lo observaba todo, cada objeto, cada paisaje, cada persona, como si fuese un «testigo ocular», como si lo viese todo por primera vez, quizá también por última, y tuviese que relatárselo a las generaciones venideras. Entonces no era capaz de ponerlo en palabras. Ante mis ojos se descomponía una «cultura», todo el conjunto de cosas que forman una «cultura»: los puentes, las farolas, los cuadros, los sistemas financieros y los versos de los poemas, sin que «se aniquilaran»; solo se transformaban, pero a un ritmo tan acelerado como si hubiese cambiado por completo la composición de la atmósfera que nos rodeaba y que nos había permitido vivir sin problemas desde entonces. 

Más adelante: 

Tenía miedo, lo sé. Algo importante y valioso se acababa a mi alrededor. Sentía el miedo que siente un animal antes de un terremoto. Todavía no había leído a Spengler y no había formado mis «teorías». 

Tenía prisa, pues me quedaba poco tiempo para ver las cosas en su «estado original», antes que se produjeran cambios temibles e impredecibles. 

Y quizás así vamos: viendo el desmoronamiento de un mundo que creíamos planteado desde la caída del muro de Berlín. Apenas fue su boceto. Ahora es que se va trazando un mapa, unas coordenadas. Una nueva geografía. 

Lunes, 30 de marzo de 2020

Ayer, Tomás cumplió 3 años. Tuvo globos, piñata (solo para él) y torta. Le gustó todo. Habló por teléfono y videollamada con sus abuelos y tíos. 

Fue bonito y triste, por supuesto. Ni un solo niño en su cumpleaños. 

Tomás pide salir, pasear, cada dos días. No entiende, pero tampoco ha sido necio, no ha insistido. Le tenemos horarios, dinámicas, juegos. 

Mi hijo es un hijo confinado...

Ricardo Ramírez Requena

Ricardo Ramírez Requena (Ciudad Bolívar, Venezuela, 1976). Lector, escritor y gestor cultural. Licenciado en Letras por la Universidad Central de Venezuela. Fue profesor del departamento de Literaturas Occidentales de la Escuela de Letras de la UCV, y ha dictado clases también en otras universidades venezolanas, en pregrado y en diplomados. Fue co-creador de la Feria del Libro del Oeste en la Universidad Católica Andrés Bello. Ha publicado el poemario Maneras de irse (Ígneo, 2014), el diario Constancia de la lluvia (Fundación para la Cultura Urbana. Ganador del XIV Concurso Anual Transgenérico de esta fundación), la antología, con Diajanida Hernández, Poesía contra la opresión. 1920-2018. (Provea, 2019) y el libro de ensayos Otros bosques (El taller blanco editores, 2020). Es fundador y director de la Fundación La Poeteca.

Retrato: Vasco Szinetar

https://twitter.com/maqroll30
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