La miel
—Todos nos estamos muriendo, ¿no es así? Todos los maridos y todas las mujeres. Cada minuto.
MARILYN MONROE, Vidas rebeldes
Migue. Silencio. Más alto: ¡Migue! Nada. Las abejas, Miguel Ángel. Han aparecido todas muertas. Se lo repito: Migue, la periodista está al caer; lo entenderá, ¿verdad que sí? Ni caso. Ya no sé si seré yo, que hace tiempo que le he dejado de hablar cuando le hablo. Hubo una época, de jóvenes, en que eso era suficiente. En fin, una lástima, la periodista dará media vuelta y se irá por donde ha venido porque ya no hay noticia. Puedo hablarle de la casa rural, supongo. Del jardín. De todas las flores. Eso sigue siendo interesante, ¿verdad? El jardín más bonito de todo el valle tengo yo (tenemos, quiero decir, Migue y yo, claro). Una pena todo lo que nos viene pasando últimamente. Me refiero a las hadas, por supuesto.
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La periodista se interesó por nosotros precisamente por las abejas, por la miel, porque somos la primera casa rural del valle que tiene su propio panal y luego ofrece el producto a sus huéspedes en el desayuno. El caso es que las hadas… con ellas nunca se sabe. ¿Dices algo, Migue? No, claro, sigo siendo yo, que le hablo sin hablar, como para oírme, el pobre Migue, sentado en el mismo sillón desde el 83. Las hadas tenían que explotar justo hoy, justo ahora que íbamos a salir en la prensa. Ya se lo habíamos dicho a los vecinos. ¡No os olvidéis de comprar el periódico el domingo! A la Juana, a Paco, a la María Luisa… ¡hasta a Manolo, el del bar! A todos. Te pondrás guapa para la foto, ¿no, Mari Tere?, me han dicho estos días. Y yo, toda sonriente, que estoy guapa siempre, les digo. ¡Ja, ja, ja! Migue me observa desde el sofá, ojos vidriosos, única lagrimilla que siempre amenaza con salir disparada pero nunca lo hace, expresión taciturna, mueca constante y esa mano que se le torció una vez y ya no ha vuelto a estirársele.
Yo no me rindo. Repaso con el fris-fris todas nuestras plantas, exagerando mis movimientos para captar su atención, batalla campal dentro de una casa de viejos en medio de un valle en medio de una comarca en medio de una provincia que no le importa a nadie. Por una vez, le digo, por una vez podrías levantarte y ayudarme, al menos, a dejarlo todo limpio, suficiente tarea hay retirando los cuerpecitos, holocausto abejil en el césped y Migue empotrado en su sillón ancestral sin decir ni mu…