Los cantos del gigante

Gabriel Dizzi

En el fondo marino

se multiplican los cangrejos,

algas, respiraciones de ballena;

todo se convulsiona

en busca de un diluvio universal

que aniquile el dolor.

VERÓNICA ARANDA

¿Cómo da una ballena sentido a su vida?

CARL SAFINA

«Mundo, cuerpo, sepulcro». Con estas tres palabras define Juan Eduardo Cirlot el término «ballena» en su Diccionario de símbolos (1). El imaginario alrededor de la ballena resulta muy cercano a esta breve aproximación de Cirlot, ya que, a lo largo de la historia de la literatura, los cetáceos en todas sus formas y especies han guardado un simbolismo que remite a la profunda conexión entre la tierra y las profundidades del mar. El poeta español compara sus cuerpos con las mandorlas al decir que se trata de una «zona que comprende los contrarios de la existencia cósmica, por encontrarse en la intersección de los círculos del cielo y de la tierra». Las ballenas como mundos flotantes, como espejismos de islas huidizas que bordean nuestras costas o como leviatanes que traen a la mente numerosas mitologías forman parte de nuestro imaginario cultural y literario por excelencia. Sin embargo, estos leviatanes, más allá de ser devoradores de profetas u obsesiones de marineros decimonónicos, han sido utilizados en los siglos xx y xxi como mensajeros y símbolos del Antropoceno descarrilado. Cuando ocho de las trece especies de ballenas se encuentran en peligro de extinción, resulta necesario acercarnos a ellas desde dos miradas diferentes: la literaria, dándoles el protagonismo que merecen en el terreno de la cultura, y la biológica, para descubrir las numerosas coincidencias —y quizás también confluencias— entre la vida «real» de los cetáceos y su retrato literario. Este ensayo propone entretejer el conocimiento científico y textos literarios que exploran las vidas de las ballenas para crear una especie de zoología literaria con estos gigantes como protagonistas.

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El ecologista y biólogo Carl Safina será nuestro guía por el mundo de las ballenas tras haber seguido, escuchado y estudiado a varias familias de cachalotes, con un afán de desmitificar su fiereza y peligrosidad (2). La mala fama de las ballenas ha trascendido incluso a la taxonomía científica, ya que el término «cetáceo» proviene del griego y significa «un monstruo marino». Pero allí no termina su mala suerte. Safina llama la atención sobre una tendencia general de otorgar a estos animales unos nombres sumamente despectivos: «Pigmeo. Enano. Falsa ballena asesina. Nombres peyorativos y de desprecio. [...] De los muchos tormentos que han causado los seres humanos a las ballenas, uno de ellos es la nomenclatura que deben arrastrar por todos los mares como pequeñas lanchas de indignidad. Los cazadores daban a las ballenas unos nombres horribles, y los científicos los han perpetuado». Como ejemplo puede servir el cachalote, conocido también como Sperm Whale, o ballena del esperma, debido al líquido similar al semen que se encontraba en su cabeza. Los marinos de antaño desde luego no sabían que dicha sustancia sirve para emitir sonidos, pero incluso ahora el nombre tan poco afortunado sigue acompañando al animal. 

Desde la poesía, César Cañedo, en su texto «Gimnasta que está por retirarse» realiza un juego entre la taxonomía desacertada del animal y la agilidad de su enorme cuerpo: «Le decimos jorobada a la ballena jorobada / por una desafortunada ilusión óptica. / Su arco es el de una ballena acróbata / o gimnasta que está por retirarse» (3). El poema gira en torno a las metáforas deportivas: «Ejecuta saltos, / hace viajes largos y fríos como lo son los entrenamientos, / tiene claros sus objetivos y sus fondos». En este sentido, además de revisar cuidadosa y poéticamente los hábitos de las ballenas, tales como la migración, el canto y la respiración, Cañedo hace hincapié en sus largos recorridos. No solamente los saltos de las ballenas son impresionantes; estos cetáceos también son capaces de recorrer hasta cinco mil kilómetros al año. El récord fue batido en 2010 por un animal que atravesó la distancia de casi diez mil kilómetros (4). El propósito de estas migraciones tiene que ver con la reproducción y la búsqueda de alimento. Para algunas especies, por ejemplo la ballena azul, las aguas cálidas y tropicales donde pueden dar a luz y mantener a sus crías seguras no ofrecen alimento suficiente. Las madres se alimentan en aguas frías para luego pasar varios meses de ayuno. La seguridad de la crianza es el motivo principal de estos recorridos impresionantes. A fin de cuentas, las ballenas son capaces de numerosas hazañas que nos harían sonrojar como especie. Por último, y reconociendo el mérito de la ballena, Cañedo convierte la taxonomía desatinada del animal en una virtud: «Se eleva y pareciera buscar la puntuación perfecta, / ensayar la atmósfera / o tal vez sólo está aprovechando, de nuevo, / su ventaja anatómica»…

(1) Cirlot, Juan Eduardo, Diccionario de símbolos, Madrid, Ediciones Siruela, 2022. 

(2) Safina, Carl, Aprender a ser salvajes. Cómo las culturas animales crían familias, crean belleza y consiguen la paz, trad. María Luisa Rodríguez Tapia, Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2020.

(3) Soplo de vida. Antología de animales, ed. Weselina Gacinska, Madrid, Ojos de Sol, 2021.

(4) Sierra, David, «El viaje récord de una ballena jorobada: 10 mil kilómetros de Brasil a Madagascar», RTVE Noticias, 14 de octubre de 2010.

Weselina Gacinska

Weselina Gacinska (Katowice, Polonia, 1988). Es doctora en Literaturas Hispánicas por la Universidad de Autónoma de Madrid. En sus estudios se centra en la literatura hispanoamericana, especialmente la temática del mito, la historia, la ritualidad y los componentes antropológicos en la narrativa mexicana contemporánea. En los últimos años sus intereses giran en torno a la problemática de la naturaleza en la literatura. En 2021 editó con el sello madrileño Ojos de Sol el volumen Soplo de vida. Antología de animales, una antología que reúne veintiocho voces poéticas hispánicas actuales acerca de los animales y de la animalidad.

https://www.instagram.com/weselinagacinska/
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