Seis poemas - Raquel Abend van Dalen

Alejandro Barba

Señalaste un frasco sin origen

un cúmulo de raíces flotando en el agua

te dije que esa planta no crecía

desde que estamos juntas no ha sacado más hojas

tampoco ha florecido alguna vez

y me detuviste:

a veces basta con mantenerse viva.

*** 

Las sillas texanas se dejan

mover por el mismo viento seco que

empuja a las piedras.

Una montaña a lo lejos podría ser cualquier montaña

que he amado.

Sé que las serpientes duermen

en el piso de arriba y no me importa

porque mamá pinta vestida de blanco y yo tomo

café, como si sendas tareas fueran igual de importantes.

Me dejo mover por las sillas azules,

para vaciarme en la tierra.

Un grillo se queda en la misma posición

cerca de mi pie. Quizá ya haya muerto.

La falta de vitalidad toma 

tiempo en manifestarse.

***

Todos los días 

salimos a fumar a la misma hora

mi vecina y yo

en el pasillo comunal de madera

ella frente a su puerta y yo frente a la mía

mudas porque no nos conocemos.

En una coreografía de pájaros

nuestras muñecas se mueven hacia la boca y hacia la derecha

y soplamos sin quitar la mirada del precipicio.

Visto la bata de seda negra

mis piernas cruzadas, 

a veces uso lentes de sol para alejarme más.

Su pelo es tan corto como el mío

pero rubio. Ella también lleva bata

pero es floreada y de algodón,

late a la altura de su pecho

como si un animal durmiera

entre sus tetas.

Yo permanezco de pie,

ella se sienta en una silla de madera.

Fuma más rápido que yo.

Un jalón detrás del otro

como en competencia transnacional,

sus pulmones llenos de rocas.

Cuando llego a la mitad del cigarro,

ella vuelve a entrar a su apartamento

igual que ayer y que mañana

dejando mi cuerpo pausado

en nuestra cotidianidad secreta.

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***

Cuántos se quedan en casas

por lo que fueron alguna vez.

Con los años menos reconocibles

pero aún estables

en su estructura exterior.

Tan limpias que no llegan a ser ruinas.

***

El dolor

se reduce a unos pocos momentos

en mi memoria

que se repiten

como un caballito de carrusel

oloroso a algodón de azúcar

partículas dulces en la saliva.

Me pregunto qué parte del presente

será el resumen de algo

que también partirá.

Quizá deba hacer una selección 

de los momentos hit 

prestarles atención

como a la portada de un gran disco.

***

Te observo 

desde la nostalgia de quien

todavía no se ha ido 

pero está a punto

como cuando sabes que alguien

está por morirse

pero aún se sirve café

en la cocina

la casa comienza a palpitar 

al ritmo de alguien extinguiéndose

y todo es más precioso

y todo es más doloroso

y todo es la última vez.

Raquel Abend van Dalen

Raquel Abend van Dalen (Caracas, Venezuela, 1989). Magíster en Escritura Creativa en Español por la Universidad de Nueva York (2014).  En el 2016 fue escritora residente en el programa para artistas en Camac Centre D’art, Marnay-sur-Seine, Francia. Ha publicado en poesía: Sobre las fábricas, La beata de las locas y Una trinitaria encendida. Ha publicado en narrativa el libro de cuentos La señora Varsovia y las novelas Cuarto azul y Andor. Su trabajo ha sido incluido en antologías como Escritorxs Salvajes: 37 Hispanic Writers in the United States y Ni Bárbaras ni Malinches. Female writers in the United States. Actualmente asiste al Ph.D. en Escritura Creativa en Español en la Universidad de Houston.

https://twitter.com/Abend_Raquel
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