Seis poemas - Raquel Abend van Dalen
Señalaste un frasco sin origen
un cúmulo de raíces flotando en el agua
te dije que esa planta no crecía
desde que estamos juntas no ha sacado más hojas
tampoco ha florecido alguna vez
y me detuviste:
a veces basta con mantenerse viva.
***
Las sillas texanas se dejan
mover por el mismo viento seco que
empuja a las piedras.
Una montaña a lo lejos podría ser cualquier montaña
que he amado.
Sé que las serpientes duermen
en el piso de arriba y no me importa
porque mamá pinta vestida de blanco y yo tomo
café, como si sendas tareas fueran igual de importantes.
Me dejo mover por las sillas azules,
para vaciarme en la tierra.
Un grillo se queda en la misma posición
cerca de mi pie. Quizá ya haya muerto.
La falta de vitalidad toma
tiempo en manifestarse.
***
Todos los días
salimos a fumar a la misma hora
mi vecina y yo
en el pasillo comunal de madera
ella frente a su puerta y yo frente a la mía
mudas porque no nos conocemos.
En una coreografía de pájaros
nuestras muñecas se mueven hacia la boca y hacia la derecha
y soplamos sin quitar la mirada del precipicio.
Visto la bata de seda negra
mis piernas cruzadas,
a veces uso lentes de sol para alejarme más.
Su pelo es tan corto como el mío
pero rubio. Ella también lleva bata
pero es floreada y de algodón,
late a la altura de su pecho
como si un animal durmiera
entre sus tetas.
Yo permanezco de pie,
ella se sienta en una silla de madera.
Fuma más rápido que yo.
Un jalón detrás del otro
como en competencia transnacional,
sus pulmones llenos de rocas.
Cuando llego a la mitad del cigarro,
ella vuelve a entrar a su apartamento
igual que ayer y que mañana
dejando mi cuerpo pausado
en nuestra cotidianidad secreta.
Publicidad
***
Cuántos se quedan en casas
por lo que fueron alguna vez.
Con los años menos reconocibles
pero aún estables
en su estructura exterior.
Tan limpias que no llegan a ser ruinas.
***
El dolor
se reduce a unos pocos momentos
en mi memoria
que se repiten
como un caballito de carrusel
oloroso a algodón de azúcar
partículas dulces en la saliva.
Me pregunto qué parte del presente
será el resumen de algo
que también partirá.
Quizá deba hacer una selección
de los momentos hit
prestarles atención
como a la portada de un gran disco.
***
Te observo
desde la nostalgia de quien
todavía no se ha ido
pero está a punto
como cuando sabes que alguien
está por morirse
pero aún se sirve café
en la cocina
la casa comienza a palpitar
al ritmo de alguien extinguiéndose
y todo es más precioso
y todo es más doloroso
y todo es la última vez.