Poesía de Elías García
Pico y bosque
Lejanas,
las sombras ardientes
—que jugaron en tus calles
y volvieron al día siguiente,
desbordadas
algunas sobre los charcos
o besando el papel—
luego de encender
a esta pila de ojos frenéticos
posados en tus hombros,
mueren.
Después de comer,
cada noche, las matamos.
Calma el hambre
mas no fecunda ni un pecho
la cautela de sus nombres,
ni la nostalgia encauzada
por el silbido remoto
de sus manos:
no sólo tenemos hambre,
también tenemos propio nombre
detrás de los ojos,
y tenemos pico y bosque
y espacio en el pecho
para que nazcan los árboles.
Y ya nos basta con esta nostalgia.
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Niños sobre la yerba
Los cuervos
manos de hombre
le arrancan los ojos
a los árboles;
la savia
memoria de árbol
es la sangre de los juguetes
del parque;
los niños
hijos del tiempo
juegan a probar su muerte
sobre la yerba.
los niños
la savia.
y los cuervos
hijos del parque
devoran entraña de árbol
sobre la yerba
los cuervos
la savia.
y los niños
manos de árbol
le arrancan los ojos
a sus padres…