Poesía de Samara Mendoza
No hay sol ni llanto
Si te digo la verdad,
aquí ya no hay un cuerpo agonizando
solo la certeza de que no es humana
esta manera de irse.
Si te digo la verdad,
me angustia pensar
que ahora todo está lleno
de rabia y de un rostro crispado
frente a unos ojos que no saben.
Si te digo la verdad,
no puedo absolverte de
esta insoportable
irremediable
indiferencia
la infinita indiferencia.
Si te digo la verdad,
el amor no retoña.
Si te digo la verdad,
a esa niña no le dieron tiempo,
siquiera,
de saber que estaba muriendo.
La dejaron tirada, con la boca abierta
balbuceando detestando reclamando
tibieza.
Si te digo la verdad,
quizás no extraño el sol.
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Así llega a la memoria una mañana convulsa
Una casa puede ser un pulmón colapsando. Allá por el hospital militar no pasó nada. Los que pueden, aún. Tan endeble la vida la monotonía la tierra la cabeza. Agáchese, cúbrase, agárrese. Aléjese de ventanas cables eléctricos y objetos que puedan caer. En el suelo están desperdigados nuestros hijos. Han pasado tres horas. Las partes que soportan un edificio son los cimientos, los muros de carga, los pilares, las vigas y los forjados…